20 julio 2009

Frank McCourt

El Profesor
1
----------------

Ya llegan.

Y yo no estoy preparado.

¿Cómo iba a estarlo?

Soy un profesor nuevo, y estoy aprendiendo con la práctica.
El primer día de mi carrera profesional como enseñante estuvieron a punto de despedirme por haberme comido el bocadillo de un chico de secundaria. El segundo día estuvieron a punto de despedirme por haber mencionado la posibilidad de mantener relaciones amistosas con una oveja. Aparte de esto, en los cerca de treinta años que pasé en las aulas de secundaria de Nueva York no pasó nada extraordinario. Yo dudaba a menudo de si debía estar allí siquiera.
Al final me preguntaba cómo había aguantado tanto.
Estamos en marzo de 1958. Estoy sentado tras mi mesa en un aula vacía del Instituto de Formación Profesional y Técnico McKee, en el distrito de Staten Island, de la ciudad de Nuevo York. Jugueteo con los instrumentos de mi nuevo oficio: cinco carpetas de papel fuerte, una para cada clase; un manojo de anillas de goma que se deshacen; un bloc de papel marrón, fabricado en tiempo de guerra y salpicado de motas de los ingredientes con que lo hicieron; un borrador de pizarra desgastado; un taco de fichas blancas que introduciré, por filas, en las ranuras de este archivador rojo descabalado pra que me ayuden a recordar los nombres de ciento sesenta y tantos chicos y chicas que se sentarán en filas todos los días, en cinco clases diferentes. En las fichas anotaré sus faltas de asistencia y sus retrasos, y haré pequeñas marcas cuando los chicos y las chicas hagan cosas malas. Me dicen que debo tener un bolígrafo rojo para las cosas malas, pero el centro no me ha proporcionado ninguno, y ahora tengo que pedir uno con un impreso o comprarlo en una tienda, porque le bolígrafo rojo para anotar las cosas malas es el arma más poderosa del profesor.
---------------------------------------------------------------------------
Comentario: Frank McCourt ha muerto y he sentido una gran pena. A través de sus tres novelas, todas ellas autobiográficas, he llegado a sentir por este autor un profundo cariño. McCourt, pasó toda su vida adulta enseñando y, según su propias palabras, ese trabajo no le dejaba tiempo para frivolidades tales como escribir novelas. Sólo a los 66 años, ya jubilado, publicó la primera de ellas, "Las cenizas de Ángela" que le valió el Premio Pulitzer , la traducción inmediata a más de 30 idiomas, una película basada en la novela y una fama que nunca sospechó alcanzar. "Ángela y el Niño Jesús" es la última de sus obras y la única que, según creo, no es estrictamente autobiográfica, aunque estoy segura de que se habrá dejado en ella los mismos sentimientos que con tanta ternura nos mostró en las anteriores, a pesar de la dureza de los acontecimientos que en ellas relata y que no son, precisamente, lechos de rosas.
Os dejo un enlace para acercaros un poco más, aunque la única forma de entender completamente al hombre y su obra, es leerle, empezando por el principio: "Las cenizas de Ángela".
.