18 junio 2008

Gustavo Martín Garzo

La Mano Quemada
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Cuento completo
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Querido Vincent:
Tu hermano Théo me ha dado la dirección del doctor Gachet, y es a él a quien dirijo esta carta para que te la entregue. También me ha dicho que el doctor te atiende como un padre y que desde que estás a su lado en Auvers-sur Oise, te encuentras mejor.
Te escribo para decirte que he leído el artículo que se ha publicado en “Le Mercure de France” sobre tu pintura. Siempre he sabido que antes o después tenía que suceder algo así, y que todos terminarían reconociendo tu trabajo. ¿No te acuerdas de que te reías de mí porque a todas las horas te estaba diciendo que terminarías por hacerte famoso? Ya lo ves, tu ignorante prima Kate, ha resultado ser más lista que todos los críticos de arte.
Théo me ha estado enseñando los cuadros que pintaste en el asilo y los dos terminamos llorando. ¿A ver si sabes lo que le he dicho? Que no te interesaba reproducir lo que tenías delante de los ojos, sino que te servías arbitrariamente del color para expresar con más fuerza lo que pasaba por tu alma.
¡Pobre Vincent! ¡Qué mal me porté contigo! Me asustaba tu violencia, tu forma extraña de mirar el mundo, como si fuera un lugar hermoso pero también aquel donde uno puede arruinarse, volverse loco, cometer crímenes.
Recuerdo cuando volviste a Teten, a la casa de tu padre, y todos los problemas que ocasionaste por aquella locura que te dio de perseguirme. Recuerdo mi huida a La Haya y aquella tarde terrible en que amenazaste con quemarte la mano si no te permitía verme. También la última vez que te vi. Te habías enamorado de aquella pobre prostituta Sien y llevabas meses viviendo con ella y sus hijos convencido de haber encontrado la felicidad. Conmovido por su miseria, pues siempre tuviste ese don terrible de la compasión, de hacer tuyo el dolor de los demás.
Luego supe de tus sucesivos cambios de residencia a través de Théo, al que visitaba a menudo. De tu período en Arlés y de tu ingreso, sobre todo, en el asilo de Saint-Remy, donde pintaste sin parar, como nunca lo habías hecho. Me bastó ver la luminosidad y alegría de aquellos cuadros, para parecerme que habías conseguido ese descanso, esa tranquilidad, que tan desesperadamente buscabas. Todos ven en tu pintura lo extraño, pero yo veo un bello mundo de esperanzas y de luz, aunque se escape inexorablemente de tus manos. Recuerdo nuestros paseos en Hete, cuanto amabas la naturaleza y tu capacidad para ver la belleza en las cosas sencillas. También aquello que solías decirme de que preferías pintar los árboles que veías desde tu ventana antes que visiones imaginarias.
Pero si hoy te escribo es para hablarte de uno de tus cuadros. Es un cuadro en el que se ve un jarrón con un ramo de lirios. Una de las ramas aparece caída. Es una rama alejada del agua que morirá pronto.

Théo me dijo que lo pintaste durante tu estancia en el asilo de Saint-Remy y yo supe al instante que esa rama eras tú. Me impresionó tanto que esa noche tuve un sueño en que me veía frente a unos lirios así. Veía la rama caída e intentaba colocarla en el agua, pero no podía porque tenía la mano quemada. Fíjate que extraño, esa mano que te quisiste quemar y que te habría impedido pintar era, en el sueño, la mía, y por más que quería recoger los lirios no podía hacerlo, aunque fuera entonces cuando estos se mostraran en toda su hermosura. Me desperté sobresaltada, comprendiendo que eso es tu pintura; una mano quemada tratando de volver al lugar de la vida.

Tu prima Kate.
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Comentario: Pocas veces veo a Martín Garzo ocupando los mostradores "de impacto" de las librerías. Y no será porque le falten méritos. No sé si la prima de quien se enamoró Van Gogh le escribió alguna vez pero puedo creer que sí. Y leyéndola, también puedo imaginar que, a la vuelta de muchos años, su tono hubiera sido ése; de serena comprensión y de melancolía por lo que, tal vez, hubiera podido ser de no impedirlo la locura de Van Gogh, tan extrema en sus reacciones personales. Esta forma de tratar los personajes me gusta mucho en Martín Garzo; los dota de una percepción de sí mismo y del otro que supera la acción y la comprende aunque ni siquiera esa acción, como tal, haya llegado a realizarse.
Os dejo dos enlaces aquí. Uno sobre Van Gogh y sus relaciones familiares, donde aparece el episodio con su prima Kate y la página personal de Gustavo Martín Garzo. En esta última hay dos frases que me gustan tanto que no puedo esperar a que las busquéis :)
"Siempre me ha gustado la gente estudiosa. Esas personas que se preguntan, que quieren saber, que no se conforman con lo que les dicen. Las personas que piensan. Que no solamente prestan atención a lo que tienen, sino que se preguntan por lo que las falta "
"Creo que no podría vivir sin libros, que no podría vivir sin leer. En ningún otro lugar de la tierra uno encuentra tantas cosas para admirar"
Los enlaces:
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01 junio 2008

Gianni Rodari

Gramática de la Fantasía
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9. El error creativo
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De un lapsus, puede nacer una historia, no hay en ello ninguna novedad. Si, tecleando a máquina un artículo, da la casualidad de que escribo "Manzania" en lugar de "Tanzania", queda descubierto un nuevo país perfumado y silvestre: sería una pena tacharlo de los mapas de lo posible con la correspondiente goma; mejor explorarlo, como turistas de la fantasía.
Si un niño escribe en su cuaderno " es tilo de vida", tengo la opción de corregir el error con una marca roja o azul, o seguir su provocadora sugerencia y escribir la historia de ese "tilo" maravilloso, frecuente, por otra parte, en la flora de España. ¿Existirá también un "tilo de muerte"? ¿Será la "tila de vida", por el contrario, una infusión para hacerse inmortales..?
Un magnífico ejemplo de error creativo es el que se encuentra, según Thompson (Los cuentos en la tradición popular), en La Cenicienta de Charles Perrault; el zapatito que, en principio, debería haber sido de "vair" (vero, piel de marta cebellina), sólo por una afortunada desgracia se volvió de "verre" (vidrio o cristal). Un zapatito de cristal es sin duda mucho más fantástico que una pantufla cualquiera de pelo, y más rica en seducciones, aunque sea hija del retruécano o del error de transcripción.
[...] La "serpiente bidón" nace de la "serpiente pitón", de modo claramente diferente de como "mandolina" nace de "china". Y los dos objetos -por ejemplo, "agüita" y "aguita" (sin diéresis)- siguen siendo parientes cercanos; el significado del segundo se puede solo deducir del significado del primero. Es una "enfermedad" del primer significado. Esto resulta claro en el ejemplo de "corazón" y "conrazón"; el "conrazón" es, sin lugar a dudas, un "corazón" enfermo de racionalismo. Le hace falta algún estimulante de la pasión.
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Comentario: Hay que recurrir a Rodari cuando se nos acaba el "fuelle inventivo". Él, a su vez, recurre a las fuentes de lo maravilloso que le proporcionan Propp, Afanasiev, Thompson y otros grandes estimuladores de la fantasía, en todas sus ramas. Porque lo fantástico y lo milagroso nos rodea, aunque es tanta nuestra torpeza que apenas lo entrevemos. Y Rodari recurre a las mentes que aún no saben que el mundo es de cemento y de máquinas, de intereses y de política. Pretende estimular la creación desde la infancia que es donde, de verdad, empieza todo escritor y el lugar al que regresa el resto de su vida.
El Autor: Gianni Rodari, profesor, periodista y divulgador de la nueva pedagogía en Italia, empezó a escribir literatura infantil en 1950. Después de publicar más de 20 libros, recibió en 1970, el premio más importante que se concede a la Literatura Infantil: el Hans Christian Andersen. La idea que lo hizo imprescindible para cualquiera que decida explorar en el lenguaje escrito, fue su "binomio fantástico" , motor imprescindible presente en todas las propuestas de estudios literarios.