07 mayo 2009

Arturo Pérez-Reverte

Cabo Trafalgar
-----------------
1. La balandra Incertain
----------------------------------
El teniente de navío Louis Quelennec, de la Marina Imperial francesa, está a punto de figurar en los libros de Historia y en este relato, pero no lo sabe. De lo contrario, sus primeras palabras al amanecer el 29 de vendimiario del año XIV, o sea, el 21 de octubre de 1805, habrían sido otras.
-Hijos de la gran puta.
La cubierta mojada de la Incertain se balancea bajo sus pies en la marejadilla, unas treinta millas al sudoeste de Cádiz. Poco más o menos. Comparada con la que va a caer de aquí a nada, la Incertain es una piltrafa náutica: una balandra de dieciséis cañones. Los ingleses la llaman cúter: cortador. Pero ya se sabe que los ingleses siempre fueron en exceso tajantes para sus cosas. Mejor balandra. Y encima, volviendo a lo de los cañones que artilla Quelennec, a su balandra, o cúter, o como se diga, la han aligerado de cuatro para que navegue más veloz. Aún así, la embarcación parece arrastrarse entre la niebla que gotea humedad por la jarcia y los puños de las velas. Cric, croc. Crujiendo al balancearse de banda a banda, como si gimieran sus cuadernas doloridas. Apenas hay viento, y sólo una brisa leve hincha a ratos las lonas que cuelgan como ropa sucia del palo y los estays, o agita la bandera mercante portuguesa izada en el pico de la cangreja. La pirula de la bandera es normal. En el mar todos juegan sucio y mienten como bellacos.
-Hijos de la gran puta - repite el comandante.
Lo repite en francés, naturalmente. Fils de la grande putain, o algo así, pero se le entiende. El timonel y el piloto, que están detrás, junto a la bitácora, se miran sin decir ni pío. El ayudante del piloto, que también está cerca, no se entera de nada porque es español. Como era de esperar se llama Manolo y es bajito, moreno, con una sola ceja negra. De Conil de la Frontera, por más señas. Provincia de Cádiz, o sea, de allí mismo. Por eso lo han embarcado de ayudante sin preguntarle lo que opina al respecto. Por la cara. Manuel Correjuevos Sánchez, patrón de pesca, contrabandista, padre de familia. Lo típico. Para los gabachos, Manoló Coguegüevos. Cada vez que oye a uno de éstos llamarlo por su apellido, al ayudante del piloto le sienta como una patada en los mismos.
-Llámeme Manolo, zi no le importa. Mezié.
-----------------------------------------------------------------------------------------
Comentario: Con su conocido estilo y rigor histórico Pérez-Reverte nos pone en medio de la batalla de Trafalgar para que suframos con los marinos que allí dejaron sus vidas, puestas en incompetentes manos.
En Trafalgar murieron muchos héroes, algunos recordados y otros olvidados. A todos ellos se rinde homenaje, junto a sus barcos. El libro tiene algunos diagramas sobre la situación de los barcos en diferentes horas y puntos de la batalla y una relación de los navíos aliados contra los ingleses (franceses y españoles) con el nombre de su capitán y la suerte que corrieron unos y otros.
El libro que más me ha gustado de éste autor, si exceptuamos " La sombra del águila".