29 diciembre 2008

Acabar otro año

Estas son las segundas fiestas navideñas que pasa este blog en vuestra compañía. Cuando lo estrené no pensaba que durase tanto, pero sin querer, o queriendo, ya han encontrado sitio 158 libros y unas cuantas entradas personales.
En cuanto a los libros, ni mucho menos están todos aquellos de los que me gustaría hacerme eco. Aún quedan en mi biblioteca unos 2.000 textos más, que van aumentando en la medida que sitio y presupuesto me lo permiten, pero creo que este espacio ya ha cumplido su propósito.
No estoy segura de la decisión que tomaré. Tal vez lo conserve tal cual, lo abra a otros temas, o lo cierre.
De momento estoy en un mar de confusiones :)
Pero nada me impide, desearos un Feliz Año 2009.
Y ya veremos.

23 diciembre 2008

¡Felices Fiestas....!

Os deseo la mejor Navidad posible y aunque este año las palabras de mi postal no son mías, reflejan exactamente lo que me gustaría que la vida os ofreciera a cada paso de vuestra vida.
¡Muchas gracias por vuestras palabras, por vuestra compañía y por ser como sois, todos y cada uno!
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Aquí la tenéis, con mi cariño.
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17 diciembre 2008

David Albahari

Goetz y Meyer
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Goetz y Meyer. Nunca llegué a verlos, así que sólo puedo imaginarlos. En este tipo de parejas, uno suele ser alto y el otro bajo, pero como los dos eran suboficiales de las S. S., cabe imaginar también que los dos serían más bien altos, y tal vez hasta midiesen lo mismo. Supongo que las normas de admisión en las filas de las S. S. eran especialmente rigurosas y no debían aceptar a nadie por debajo de cierto límite. Uno de ellos, afirman los testigos -entraba en el campo, jugaba con los niños y los tomaba en brazos, y hasta les regalaba caramelos de chocolate. Hace falta poca cosa para imaginar un mundo distinto, ¿verdad? Luego Goetz, o bien Meyer, regresaba a la cabina del camión para emprender viaje de nuevo. No se trataba de un trayecto largo, pero Goetz, o Meyer, no eran precisamente primerizos en su trabajo. Si bien su tarea no era de gran envergadura - no se trataba más que de cinco mil almas - razones de ahorro exigían que el trabajo lo efectuaran unos mandos bastante curtidos. Es muy probable que Goetz y Meyer llevasen algunas medallas colgadas en sus guerrreras de suboficial, no me sorprenderia. Lo que sí me sorprendería es que uno de ellos llevara bigote. No puedo imaginar a Goetz ni a Meyer con bigote. A decir verdad, no logro imaginarlos de ninguna manera, con o sin bigote. Claro que lo más sencillo sería acudir a los lugares comunes: pelo rubio, tez clara, mejillas pálidas y mirada de acero; pero con ello sólo demuestro que me dejo influir por la propaganda. La raza elegida era un proyecto en marcha, y Goetz y Meyer no eran más que un eslabón de una cadena proyectada hacia un porvenir lejano. ¡Pero menudo eslabón! A veces la verdadera base de un edificio inmenso está hecha de tareas pequeñas como la suya; la solidez de los cimientos dependerá de que se ejecuten convenientemente dichas tareas. No digo que Goetz y Meyer fueran conscientes de ello, y quizá hasta se esmeraban en lo suyo igual que lo hubieran hecho en cualquier otro cometido, pero es indudable que sabían en qué consistía su trabajo: su misión, concretamente, pues así la llamaban; y era en efecto una misión, un mandamiento, una orden; no podemos evitar aquí la terminología militar. Y es que Goetz y Meyer son militares, no se puede cuestionar su lealtad para con el Reich y el Führer. Incluso cuando entra en el campo y levanta a los niños en brazos, muy alto, Goetz, o Meyer, no piensa en lo que vendrá después.
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Comentario: Este es un libro estremecedor, de no muy fácil lectura, en todos los sentidos. Wilhem Goetz y Erwin Meyer eran dos de los conductores de los tristemente famosos camiones-cámara de gas, conocidos como "morideros del alma" Casi toda la familia del autor murió dentro de ellos junto con otras cinco mil personas, en su mayoría ancianos, mujeres y niños, todos ellos judíos. Se hacía creer a los prisioneros que esos camiones los conducían fuera de Belgrado hacia asentamientos en Rumanía o Polonia, donde por fin serían liberados y esa convicción era suficiente para que esperaran con impaciencia que llegara su turno y ocupar su plaza en el transporte liberador. En realidad, su viaje solo duraba 15 kilómetros; algo más de lo que se necesitaba para que todos estuvieran muertos, mediante un sencillo mecanismo que solo requería introducir los gases del tubo de escape dentro de la caja del camión, ajustando el tubo a un orificio ad hoc.
Poco a poco, saltando en la narración, Albahari nos pone delante de los ojos una crueldad tan fría, tan calculada, que apenas puede concebirse.
El autor: Nació en Pec, Serbia. Es de origen judío y el escritor serbio vivo más conocido en el mundo. Estudió Literatura Anglo-Americana, vive en Canadá y publicó su primer libro de relatos en 1973. Editor y traductor, su propia obra se ha traducido a más de quince idiomas y ha merecido numerosos galardones y premios entre los que cabe destacar el Ivo Andric y el Premio a la mejor novela del año en Serbia con El Anzuelo. Con Goetz y Meyer, escrita en 1998, se consolidó como escritor a nivel mundial.

14 diciembre 2008

Ramon Barce

Esta mañana ha muerto Ramón Barce.
Por encima de una pérdida tan grande para la música, está la inmensa pena que sentimos toda la familia. Ramón era mi primo y no puedo sino dejar aquí mi sentimiento profundo y mi recuerdo emocionado para un hombre que era todo bondad y sencillez.
Hasta siempre, Ramón.

http://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_Barce

10 diciembre 2008

Antoine de Saint-Exupéry

El Principito
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XIII. El Hombre de Negocios
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El cuarto planeta era el del hombre de negocios. El hombre estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.
-Buenos días -le dijo éste-. Su cigarrillo está apagado.
-Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doce. Doce y tres, quince. Buenos días. Quince y siete, ventidós. Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para volver a encenderlo. Veintiséis y cinco, treinta y uno. ¡Uf! Da un total, pues, de quinientos un millones seiscientos ventidós mil setecientos treinta y uno.
-¿Quinientos millones de qué?
-¡Eh! ¿Estás siempre ahí? Quinientos millones de... Ya no sé... ¡Tengo tanto trabajo! Yo soy serio, no me divierto con tonterías. Dos y cinco, siete...
-¿Quinientos millones de qué? -repitió el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta, una vez que la había formulado.
El hombre de negocios levantó la cabeza:
-En los cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo he sido molestado tres veces. La primera fue hace ventidós años por un abejorro que cayó Dios sabe de dónde. Produjo un ruido espantoso y cometí cuatro errores en una suma. La segunda fue hace once años por un ataque de reumatismo. Me hace falta ejercicio. No tengo tiempo para moverme. Yo soy serio. La tercera vez... ¡Hela aquí! Decía, pues, quinientos un millones...
-Millones de qué?
El hombre de negocios comprendió que no había esperanza de paz.
-Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.
-¿Moscas?
-Pero no, cositas que brillan.
-¿Abejas?
-¡Pero no! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para desvariar.
-¡Ah! ¿Estrellas?
-Eso es. Estrellas.
-¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
-Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy serio, soy preciso.
-¿Y qué haces con esas estrellas?
-¿Qué hago?
-Sí.
-Nada. Las poseo.
-¿Posees las estrellas?
-Sí.
-Pero he visto un rey que...
-Los reyes no poseen; "reinan". Es muy diferente.
-¿Y para qué te sirve poseer estrellas?
-Me sirve para ser rico.
-¿Y para qué te sirve ser rico?
-Para comprar otras estrellas, si alguien las encuentra.
-Este, se dijo el principito, razona un poco como el ebrio. Sin embargo, siguió preguntando.
-¿Cómo se puede poseer estrellas?
-De quién son? -replicó, hosco, el hombre de negocios.
-No sé. De nadie.
-Entonces son mías, pues soy el primero en haberlo pensado.
-¿Es suficiente?
-Seguramente. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: Es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas.
-Es verdad -dijo el principito- ¿Y qué haces tú con las estrellas?
-Las administro. Las cuento y las recuento -dijo el hombre de negocios - Es difícil. ¡Pero soy un hombre serio!
El principito no estaba satisfecho.
-Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponerlo alrededor de mi cuello y llevármelo. Yo, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. ¡Pero tú no puedes cortar las estrellas!
-No, pero puedo depositarlas en el banco.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que escribo en un papelito la cantidad de mis estrellas. Y después cierro el papelito bajo llave, en un cajón.
-¿Es todo?
-Es suficiente.
Es divertido, pensó el principito. Es bastante poético. Pero no es muy serio.
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas mayores.
-Yo -dijo aún -poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Pues deshollino también el que está extinguido. No se sabe nunca. Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor, que yo los posea. Pero tú no eres útil a las estrellas...
El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró respuesta y el principito se fue.
Decididamente las personas mayores son enteramente extraordinarias, se dijo simplemente a sí mismo durante el viaje.
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Comentario: "El Principito" se publicó en 1943, sólo un año antes de la muerte de su autor. Y no es una casualidad que se reedite continuamente ni que se haya traducido a 180 idiomas y lenguas. Los personajes a los que el Principito conoce en su breve estancia en este planeta, aunque un tanto extraños para él, son perfectamente conocidos por nosotros. El rey, el farolero, el mercader, el geógrafo... Y este hombre de negocios que quiere apoderarse de las estrellas para comprar más estrellas, tienen su réplica en el mundo real. Y casi todos le parecen absurdos al Principito ¡Tanto trabajo inútil...! ¡Tanto descuido de lo verdaderamente importante...!
El autor: Vale la pena leer su biografía más extensamente de lo que yo pueda decir:

07 diciembre 2008

Luis García Montero

Miércoles. Día del Espectador
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No se descarta que al salir del cine
una pareja cuente con nuevos enemigos.
La película es mala,
las sombras buscan cuerpos para encontrar deseos,
se oyen voces de actores,
imágenes dudosas,
pero los labios son materia viva
en las butacas observadas
y los botones pierden su vergüenza.
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Suena un disparo inútil,
la camisa deshecha,
la mano que naufraga entre los muslos.
Se persiguen dos coches por tus hombros
y estalla un edificio,
una lengua de fuego en la ventana,
llamas que desesperan vientre abajo,
el pelo negro por la mano abierta,
negro como la vida en la pantalla,
como el silencio del actor que mira,
del acomodador,
del público encendido.
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Ya no tienen edad para estas cosas,
comenta el matrimonio de la última fila.
Y pienso que es verdad. No se descarta,
no se descarta que al salir del cine
una pareja cuente con nuevos enemigos.
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Comentario: El sentimiento amoroso da vida a este volumen, "Completamente viernes" , de García Montero. Lo he disfrutado porque parecía que el amor estaba desterrado de los libros de poemas en estos últimos tiempos y siempre viene bien recordar aquello de que "el amor mueve el mundo" y la poesía lo ayuda :)
El autor no necesita presentación alguna. Es suficientemente conocido y apreciado en todos los campos literarios en los que se mueve y ha recibido por ellos tantos galardones que es casi imposible no recordarle.
No obstante...

02 diciembre 2008

Sam Savage

Firmin
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Fragmento del capítulo 1
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Siempre imaginé que la crónica de mi vida, si acaso alguna vez llegaba a escribirla, tendría una primera frase excelente: algo lírico: como "Lolita , luz de mi vida, fuego de mis entrañas", de Nabokov; y, si no me salía nada lírico, algo arrollador, como "Todas las familias felices se asemejan, pero cada familia desdichada es desdichada a su manera", de León Tolstói. La gente recuerda estas palabras incluso cuando ya ha olvidado todo lo demás que hay en el libro. En lo tocante a frases de apertura, la mejor, a mi modo de ver, es el comienzo de El buen soldado, de Ford Madox Ford: "Este es el relato más triste que nunca he oído". Docenas de veces lo habré leído, y sigue dejándome patidifuso. Ford Madox Ford era uno de los Grandes.
En toda una vida de esfuerzos por escribir, con nada he luchado más varonilmente -sí, esa es la palabra -que con las aperturas. Siempre me ha parecido que si esa parte salía bien el resto seguiría de modo automático. Concebía la primera frase como una especie de útero semántico repleto de atareados embriones de páginas sin escribir, resplandecientes pepitas de ingenio, ansiosas de nacer. De ese gran recipiente fluiría, por así decirlo, el relato completo. ¡Qué desilusión! Ocurrió exactamente lo contrario. Y no es porque escaseen las buenas frases de arranque. Deléitese usted en ésta, por ejemplo: "Cuando sonó el teléfono, a las tres de la madrugada, Morris Monk supo antes de levantar el aparato que la llamada era de una dama, y algo más: que decir damas es decir problemas" O ésta: "Poco antes de que lo descuartizaran los sádicos soldados de Gamel, el coronel Benchley tuvo un vislumbre de la blanca casita de campo del Shropshire, con la señora Benchley a la puerta y los niños" O ésta: "París, Londres, Djbuti, todo le parecía irreal ahora, sentado entre las ruinas de otra cena más de Acción de Gracias, con su madre, su padre y el idiota de Charles" ¿Quién puede permanecer insensible ante unas frases así? Tan preñadas están de significado, tan, oso decirlo, tan a punto de reventar de significado, que es como si las hincharan capítulos enteros sin escribir que llevan dentro: sin escribir aunque ya presentes.
Pero, ay, en realidad no eran más que burbujas, falsas ilusiones todas ellas.Cada una de esas frases maravillosas, repletas de promesas, era como una caja envuelta para regalo en manos de un niño anhelante, una caja que nada contiene, sino piedrecillas y trozos de basura, a pesar del ruido tan seductor que hace al agitarla. ¡El niño piensa que son caramelos! Yo pensaba que eran literatura. Todas esas frases -y otras muchas, también -resultaron no ser trampolines de lanzamiento hacia la gran novela sin escribir, sino barreras insuperables. Comprende usted, eran demasiado buenas. Nunca logré situarme a su altura. Hay escritores que nunca logran igualar su primera novela. Yo nunca pude igualar mi primera frase. Y mírenme ahora. Miren de qué modo he empezado esto, mi obra final, mi opus magna: "Siempre imaginé que la crónica de mi vida, si acaso alguna vez llegaba..."
Ya se percata usted del problema. Irremediable. Que lo borren.
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Comentario: Disfruté muchísimo leyendo esta novela, protagonizada por una rata enamorada de la literatura y las aventuras que le toca vivir. Mejor os transcribo lo que dice la contraportada del libro, con la que estoy completamente de acuerdo, para que os hagáis una idea.
Contraportada: Nacido en el sótano de una librería en el Boston de los años 60, Firmin aprende a leer devorando las páginas de un libro. Pero una rata culta es una rata solitaria. Marginado por su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de un escritor fracasado. A medida que Firmin perfecciona un hambre insaciable por los libros, su emoción y sus miedos se vuelven humanos. Original, brillante y llena de alegorías, Firmin derrocha humor y tristeza, encanto y añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura, un mundo que se desvanece dejando atrás a una rata con un alma creativa, una amistad excepcional y una librería desordenada.
El autor: (nota de contratapa) Sam Savage es Doctor en Filosofía por la U. de Yale, donde fue profesor. Tambien ha sido mecánico de bicicletas, carpintero, pescador y tipógrafo. Firmin es su primera novela. Fue publicada por una pequeña editorial de Minneápolis, fuera de los grandes circuitos editoriales. Sin embargo, ha crecido gracias a la recomendación de los lectores, tiene 5 estrellas en Amazon.com. y es, entre otras menciones, el libro destacado de la Asociación Americana de Libreros.

24 noviembre 2008

Khaled Hosseini

Cometas en el Cielo
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2
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De pequeños, Hassan y yo solíamos trepar a los álamos que flanqueaban el camino de entrada a la casa de mi padre para molestar desde allí a los vecinos colando la luz del sol en el interior de sus casas con la ayuda de un trozo de espejo. Nos sentábamos el uno frente al otro en un par de ramas altas, con los pies desnudos colgando y los bolsillos de los pantalones llenos de moras secas y de nueces. Nos turnábamos con el espejo mientras nos comíamos las moras, nos las lanzábamos, jugábamos y nos reíamos. Todavía veo a Hassan encaramado a aquel árbol, con la luz del sol parpadeando a través de las hojas e iluminando su cara casi perfectamente redonda, una cara parecida a la de una muñeca china tallada en madera: tenía la nariz ancha y chata; sus ojos eran rasgados e inclinados, semejantes a las hojas del bambú, unos ojos que, según les diera la luz, parecían dorados, verdes e incluso de color zafiro. Todavía veo sus diminutas orejas bajas y la protuberancia puntiaguda de su barbilla, un apéndice carnoso que parecía como añadido en el último momento. Y el labio partido, a medio terminar, como si al fabricante de muñecas chinas se le hubiera escurrido el instrumento de la mano o, simplemente, se hubiera cansado y hubiera abandonado su obra.
A veces, subido en aquellos árboles, convencía a Hassan de que disparara nueces con el tirachinas al pastor alemán tuerto del vecino. Hassan no quería, pero si yo se lo pedía, se lo pedía de verdad, era incapaz de negarse. Hassan nunca me negaba nada. Y con el tirachinas era infalible. Alí, el padre de Hassan, siempre nos pillaba y se ponía furioso, todo lo furioso que puede ponerse alguien tan bondadoso como él. Agitaba la mano y nos hacía señales para que bajáramos del árbol. Luego nos quitaba el espejo y nos decía lo mismo que su madre le había dicho a él, que el demonio también jugaba con los espejos, concretamente para distraer a los musulmanes en el momento de la oración.
- Y cuando lo hace, se ríe - añadía luego regañando a su hijo.
- Sí, padre - musitaba Hassan, mirándose los pies. Pero nunca me delató. Nunca dijo que tanto el espejo como lo de disparar nueces al perro del vecino eran ideas mías.
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Contraportada: Sobre el telón de fondo de un Afganistán respetuoso de sus ricas tradiciones ancestrales, la vida en Kabul durante el invierno de 1975 se desarrolla con toda la intensidad, la pujanza y el colorido de una ciudad confiada en su futuro e ignorante de que se avecina uno de los periodos más cruentos y tenebrosos que han padecido los milenarios pueblos que la habitan. Cometas en el cielo es la conmovedora historia de dos padres y dos hijos, de su amistad y de cómo la casualidad puede convertirse en hito inesperado de nuestro destino.
Obsesionado por demostrarle a su padre que ya es todo un hombre, Amir se propone ganar la competición anual de cometas de la forma que sea, incluso a costa de su inseparable Hassan, un hazara de clase inferior que ha sido su sirviente y compañero de juegos desde la más tierna infancia. A pesar del fuerte vínculo que los une, después de tantos años de haberse defendido mutuamente de todos los peligros imaginables, Amir se aprovecha de la fidelidad sin límites de su amigo y comete una traición que los separará de forma definitiva. Así con apenas doce años, el joven Amir recordará durante toda su vida aquellos días en los que perdió uno de los tesoros más preciados del hombre: la amistad.

Gabriel García Márquez

Escribir una novela es pegar ladrillos. Escribir un cuento es vaciar en concreto. No sé de quién es esa frase certera. La he escuchado y repetido desde hace tanto tiempo sin que nadie la reclame, que a lo mejor termino creyendo que es mía. Hay otra comparación que es pariente pobre de la anterior: el cuento es una flecha en el centro del blanco y la novela es cazar conejos. En todo caso esta pregunta del lector ofrece una buena ocasión para dar vueltas una vez más, como siempre, sobre las diferencias de dos géneros literarios distintos y sin embargo confundibles. Una razón de eso puede ser el despiste de atribuirle las diferencias a la longitud del texto, con distinciones de géneros entre cuento corto y cuento largo. La diferencia es válida entre un cuento y otro, pero no entre cuento y novela.
El cuento más corto que conozco es del guatemalteco Augusto Monterroso, reciente premio Príncipe de Asturias. Dice así: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".
Nada más. Hay otro de Las mil y una noches, cuyo texto no tengo a la mano, y que me produce retortijones de envidia. Es el cuento de un pescador que le pide prestado un plomo para su red a la mujer de otro pescador, con la promesa de regalarle a cambio el primer pescado que saque, y cuando ella lo recibe y lo abre para freírlo le encuentra en el estómago un diamante del tamaño de una almendra.
Más que el cuento mismo, alucinante por su sencillez, éste me interesa ahora porque plantea otro de los misterios del género: si la que presta el plomo no fuera una mujer sino otro hombre, el cuento perdería su encanto: no existiría. ¿Por qué? ¡Quién sabe! Un misterio más de un género misterioso por excelencia.
[...]
La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento y no tanto en la novela, que por fortuna tiene otros recursos para convencer. Por lo mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la magia de lo que leyó. La novela, en cambio, debe llevar todo dentro. Podría decirse, sin tirar la toalla, que la diferencia en última instancia podría ser tan subjetiva como tantas bellezas de la vida real.
[...]
El cuento parece ser el género natural de la humanidad por su incorporación espontánea a la vida cotidiana. Tal vez lo inventó sin saberlo el primer hombre de las cavernas que salió a cazar una tarde y no regresó hasta el día siguiente con la excusa de haber librado un combate a muerte con una fiera enloquecida por el hambre. En cambio, lo que hizo su mujer cuando se dio cuenta de que el heroísmo de su hombre no era más que un cuento chino pudo ser la primera y quizás la novela más larga del siglo de piedra.
[...]
Sobre la otra suposición de que el cuento puede ser un género de práctica para emprender una novela, confieso que lo hice y no me fue mal para aprender a escribir El otoño del patriarca. Tenía la mente atascada en la fórmula tradicional de Cien años de soledad, en la que había trabajado sin levantar cabeza durante dos años. Todo lo que trataba de escribir me salía igual y no lograba evolucionar para un libro distinto. Sin embargo, el mundo del dictador eterno, resuelto y escrito con el estilo juicioso de los libros anteriores, habrían sido no menos de dos mil páginas de rollos indigestos e inútiles. Así que decidí buscar a cualquier riesgo una prosa comprimida que me sacara de la trampa académica para invitar al lector a una aventura nueva.
Creí haber encontrado la solución a través de una serie de apuntes e ideas de cuentos aplazados, que sometí sin el menor pudor a toda clase de arbitrariedades formales hasta encontrar la que buscaba para el nuevo libro. Son cuentos experimentales que trabajé más de un año y se publicaron después con vida propia en el libro de La cándida Eréndira: "Blacamán el bueno vendedor de milagros", "El último viaje del buque fantasma", que es una sola frase sin más puntuación que las mínimas comas para respirar, y otros que no pasaron el examen y duermen el sueño de los justos en el cajón de la basura. Así encontré el embrión de El otoño..., que es una ensalada rusa de experimentos copiados de otros escritores malos o buenos del siglo pasado. Frases que habrían exigido decenas de páginas están resueltas en dos o tres para decir lo mismo, saltando matones, mediante la violación consciente de los códigos parsimoniosos y la gramática dictatorial de las academias.
El libro, de salida, fue un desastre comercial. Muchos lectores fieles de Cien años... se sintieron defraudados y pretendían que el librero les devolviera la plata. Para colmo de peras en el olmo la edición española se desbarataba en las manos por un defecto de fábrica, y un amigo me consoló con un buen chiste: "Leí el otoño hoja por hoja". Muchos persistieron en la lectura, otros la lograron a medias y con el tiempo quedaron suficientes cautivos para que no me diera pena seguir en el oficio. Hoy es mi libro más escudriñado en universidades de diversos países, y las nuevas generaciones pueden leerlo como si fuera el crepúsculo de un Tarzán de doscientos años. Si alguien protesta y lo tira por la ventana es porque no le gusta pero no porque no lo entienda. Y a veces, por fortuna, no ha faltado alguien que lo recoja del suelo.
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Comentario: Una lección con mucho humor. Para los locos por la literatura en la doble vertiente de leer y escribir, cualquier consejo es bienvenido y cuando esos consejos, basados en la mucha experiencia, vienen de manos de los maestros, doblemente bienvenidos. No necesita más comentarios ni el personaje ni lo que nos dice. Queda aprovecharnos de ellos, eso sí :)

19 noviembre 2008

Alice Walker

El Color Púrpura
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Primera carta
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No se lo cuentes a nadie más que a Dios.
A tu mamá podría matarla.

Querido Dios:
Tengo catorce años. He sido siempre buena. Se me ocurre que, a lo mejor, podrías hacerme alguna señal que me aclare lo que me está pasando.
La otra primavera, poco después de nacer Lucious, los oía trajinar. Él le tiraba del brazo y ella decía: Aún es pronto, Fonso. Aún no estoy bien. Él la dejaba en paz, pero a la otra semana, vuelta a tirarle del brazo. Y ella decía: No puedo. ¿Es que no ves que estoy medio muerta? Y todas esas criaturas.
Ella se había ido a Macon, a que la vira la hermana doctora, y me dejó al cuidado de los pequeños. Él no me dijo ni una palabra amable. Sólo: Eso que tu mamá no quiere hacer vas a hacerlo tú. Y me puso en la cadera la cosa esa y empezó a moverla y me agarró los pechos y me metía la cosa por abajo y, cuando yo grité, él me apretó el cuello y me dijo: Calla y empieza a acostumbrarte.
Pero no me he acostumbrado. Y ahora me pongo mala cada vez que tengo que guisar. Mi mamá anda preocupada y no hace más que mirarme, pero ya está más contenta porque él la deja tranquila. Pero está demasiado enferma y me parece que no durará mucho.
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Segunda carta
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Querido Dios:
Mi mamá ha muerto. Murió gritando y maldiciendo. Me gritaba a mí. Me maldecía a mí. Estoy preñada. Me muevo con lentitud. Antes no vuelvo del pozo, el agua ya se ha calentado. Antes no preparo la bandeja, la comida ya se ha enfriado. Antes no arreglo a los niños para ir al colegio, ya es la hora del almuerzo. Él no decía nada. Estaba sentado al lado de la cama. Le cogía la mano y lloraba y repetía: No me dejes, no te vayas.
Cuando lo del primero, ella me preguntó: ¿De quién es? Yo le dije que de Dios. No conozco otro hombre y no supe qué decir. Cuando empezó a dolerme y a movérseme dentro del vientre y me salió de dentro aquella criatura que se mordía el puño, me quedé pasmada.
Nadie vino a vernos.
Ella estaba peor cada día.
Un día me preguntó: ¿Dónde está?
Yo le dije: Dios se lo ha llevado.
Pero se lo había llevado él. Se lo llevó mientras yo dormía. Y lo mató en el bosque. Y matará a este otro, si puede.
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Comentario: La realidad estremecedora de esta novela queda definida desde el principio. Celie, es tan esclava de su familia como sus antepasados de sus amos. Ella parece haber venido al mundo sólo para cubrir las necesidades, cualesquiera sean, de los demás. Su padre, su madre, su esposo, sus hijastros... Pero Celie encontrará la fuerza suficiente para seguir adelante y se fortalecerá, por encima de la opresión y la injusticia, buscando la solidaridad entre las que, como ella, son menospreciadas y humilladas de muy diversas formas.

La autora: Alice Walker fue la primera mujer negra a quien se otorgó el Premio Pulitzer y fue por esta novela, en el año 1983. Al año siguiente fue llevada al cine por Steven Spielberg.

Mucho mejor que yo: http://es.wikipedia.org/wiki/Alice_Walker

12 noviembre 2008

Khaled Hosseini

Mil soles espléndidos
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Capítulo 1. Fragmento
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Mariam tenía cinco años la primera vez que oyó la palabra harami. Fue un jueves. Tenía que ser jueves, porque Mariam recordaba que había estado nerviosa y preocupada ese día, como sólo le ocurría los jueves, cuando Yalil la visitaba en el kolba. Para pasar el rato hasta que por fin llegara el momento de verlo cruzando el claro de hierba que le llegaba hasta la rodilla y agitando la mano, Mariam se había encaramado a una silla y había bajado el juego de té chino de su madre. El juego de té era la única reliquia que la madre de Mariam, Nana, conservaba de su propia madre, muerta cuando Nana tenía dos años. Nana, adoraba cada una de las piezas de porcelana azul y blanca, la grácil curva del pico de la tetera, los pinzones y los crisantemos pintados a mano, el dragón del azucarero, que protegía de todo mal.
Fue esta última pieza la que le resbaló de los dedos a Mariam, cayó al suelo de madera del kolba y se hizo añicos.
Cuando Nana vio el azucarero, enrojeció y el labio superior empezó a temblarle, y sus ojos, tanto el perezoso como el bueno, se clavaron en Mariam, fijos, sin pestañear. Parecía tan furiosa que Mariam temió que el yinn volviera a apoderarse del cuerpo de su madre. Pero el yinn no apareció esa vez. Nana agarró a Mariam por las muñecas, la atrajo hacia sí, y con los dientes apretados le dijo:
-Eres una harami torpe. Ésta es mi recompensa por todo lo que he tenido que soportar. Una harami que rompe reliquias.
Mariam no lo entendió entonces. No sabía lo que significaba la palabra harami, "bastarda". Tampoco tenía edad suficiente para reconocer la injusticia, para pensar que los culpables son quienes engendran a la harami, no la harami, cuyo único pecado consiste en haber nacido. Pero, por el modo en que Nana pronunció la palabra, Mariam dedujo que ser una harami era algo malo, aborrecible, como un insecto, como las cucarachas que correteaban por el kolba y su madre andaba siempre maldiciendo y echando a escobazos.
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Comentario: Segunda novela de este autor, que al igual que su primera obra, "Cometas en el cielo" se mete a fondo en la cultura y problemática afgana sin ninguna concesión.
Si en su primer libro los protagonistas son masculinos, en esta es al contrario. Dos mujeres protagonistas, víctimas propiciatorias y, a la vez, llenas de coraje. Hosseini consigue para sus dos novelas un final feliz, lo que le habrá supuesto un enorme trabajo, dadas las circunstancias argumentales. Personalmente prefiero la primera, pero las dos tienen una gran calidad y la virtud de unos personajes tan perfectamente delineados, que los amas, odias o compadeces, desde la primera línea de presentación.
El autor: Nació en Kabul en 1965. Hijo de diplomático y profesora, sus padres pidieron asilo político en Estados Unidos en 1980, un año después de que los rusos invadieran Afganistán. Se licenció en Medicina y escribió "Cometas en el cielo" compaginando su vocación con el ejercicio de su profesión. En 2006, fue nombrado Enviado Especial de ACNUR, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados.

10 noviembre 2008

Acabada la presentación

Bueno, ya puedo volver a dedicarme un poco a esto. La web de Navidad ya está en marcha. Dejadme que os recuerde que es, sobre todo, algo pensado para ponerse ante ella con los niños sentados en el regazo, o en la silla de al lado, dependiendo de la edad que tengan.
:)
El año pasado me salté hasta la felicitación. No está bien y lo siento. Este año, intento compensarlo y trabajaré para ampliarla hasta el mismo día de Reyes.
El enlace está ahí, donde mis otras páginas y, por esta vez, también os lo dejo aquí mismo.
No tenía ni idea de que Trenzas, fuera un nombre tan "pillado" en Internet que tuve que repetirlo para poder adquirir el dominio. No es porque sea una narcisista de tomo y lomo, que conste.
Bueno, ea; dentro de un par de días os traigo a Khaled Hosseini.

06 octubre 2008

Poetas en la web

Desde hace un par de años tengo muy abandonadas mis páginas web y, de repente, me han entrado unas ganas terribles de actualizarlas y ponerlas a punto para el nuevo año, en que las dos cumplirán la década de presencia en la red.
Una web, no es lo mismo que un blog. Hay mucho trabajo que hacer antes de poner una nueva página; hay que buscar las imágenes, adaptarlas a lo que deseas expresar, hacerse los fondos y los detalles, buscar la música apropiada y escribir un texto o, en el caso de los Poetas, encontrarlos y seleccionar lo que vas a mostrar de su obra. Es decir; leer mucho :)
Ninguna puedo acabarla en menos de dos días de ocupar todas las horas libres y, en este momento, necesito hacer ese trabajo de concentración.
No es mi intención cerrar ninguno de mis blogs. Aquí os iré dejando la literatura que suba a la web de Poetas y, eventualmente, algún cuentito de hadas o alguna leyenda.
Hoy os dejo este poema de Ángel González, fallecido el pasado mes de enero, poeta al que admiro mucho y que aún no había traído hasta aquí.
Tendréis que usar el botón atrás en vuestro navegador para volver al blog.
Nos seguiremos viendo y comentando; la única diferencia es que no aumentará el volumen de las etiquetas :)
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Ángel González en Wikipedia

26 septiembre 2008

Dorothy Parker

Soldados de la República
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Cuento corto. Fragmento.
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Aquella tarde de domingo estábamos sentados con la muchacha sueca en el gran café de Valencia. Tomábamos vermut en gruesas copas, y en cada una de ellas había un cubito de hielo grisáceo lleno de agujeros. El camarero se sentía tan orgulloso de aquel hielo que apenas soportaba dejar las copas sobre la mesa y separarse de él para siempre. Siguió con sus tareas -por toda la sala la gente daba palmas y silbaba para llamarle la atención -, pero se volvió a mirar por encima del hombro.
Fuera estaba oscuro, la oscuridad veloz y nueva que de un salto y sin sombras se impone al día, pero como en las calles no había luces, parecía tan profunda y antigua como la medianoche. Por eso te asombrabas de que todos los críos siguieran levantados. En el café había críos por todas partes, críos serios sin solemnidad, que observaban el ambiente que les rodeaba con tolerante interés.
En la mesa contigua a la nuestra, había uno notablemente pequeño, tendría quizá seis meses. Su padre, un hombrecito con un uniforme grande que lo hacía caído de hombros, lo sostenía con cuidado sobre las rodillas. El crío no hacía nada; sin embargo, el padre y su joven y delgada mujer, cuyo vientre volvía a estar hinchado bajo el vestido raído, lo contemplaban sumidos en una especie de éxtasis de admiración, mientras en la mesa se les enfriaba el café. El crío iba endomingado, todo de blanco; sus ropitas llevaban remiendos tan delicados que la tela hubiera pasado por entera si la blancura de los zurcidos no hubiera variado de tono. Lucía en el pelo un lazo azul de cinta nueva, atado con absoluto equilibrio entre las lazadas y los extremos. La cinta de nada servía, no había pelo suficiente que precisara sujeción. El lazo era un mero adorno, un toque de gracia calculada.
¡Por el amor de Dios, basta ya!, me dije. Está bien, el crío lleva un trozo de cinta azul en el pelo. Está bien; su madre dejó de comer para que el crío estuviera guapo cuando su padre regresara a casa de permiso. ¡Está bien! Es asunto de ella, y tú nada tienes que ver. Está bien, ¿por qué tienes que echarte a llorar?
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Comentario: Augusto Monterroso, para su "Antología del cuento triste" , escogió un relato de Dorothy Parker y, en ese libro, fue donde pude leerla por primera vez. Luego vino el intentar encontrar algo más. La semana pasada conseguí su obra completa que, en lo que a relatos y algunos apuntes se refiere, se limita a 615 páginas de puro placer lector. Me ha sabido a poquísimo. La ha publicado Editorial Lumen; la edición que tengo es la segunda y data de 2006. En el enlace de pie de página, encontraréis más sobre esta mujer (fallecida en 1967) capaz de llorar, y hacer llorar, con cuatro líneas sobre un lazo azul.
Este relato que solo tiene 4 páginas más, te lleva directamente a la tragedia de la guerra, a la soledad y la angustia en las trincheras, al sacrificio de la población civil, al heroísmo diario y silencioso, al intenso drama de las pequeñas cosas y de las grandes carencias. Y hasta hay tiempo para algún toque de humor.
La autora: http://es.wikipedia.org/wiki/Dorothy_Parker

18 septiembre 2008

Las Eddas. Hávamál.

Los Poemas de Edda, o Las Eddas, son tan importantes para la cultura nórdica como Homero para los griegos o Los Veddas para los hindúes. Aunque todos ellos fueron escritos mucho después de que murieran, no sólo sus posibles autores sino la forma de vida en que nacieron, siguen siendo, en gran medida, nuestro código de referencia. Nuestra cultura se alimenta de sus enseñanzas y nuestra imaginación de sus historias y leyendas.
Hávamál , según Olav Melkid Bakke, responsable de la edición que manejo "podría tratarse de una colección de antiguas consignas o máximas inherentes al ambiente vikingo y que finalmente fue puesto por escrito..." "Parece que hay un amplio consenso sobre la época de su creación, 700-900 d. de C., aunque fue puesto por escrito algo más tarde. De todos modos, no cabe duda de que el espíritu de los poemas ha sido moldeado por las actitudes y la cultura de la era vikinga que tuvo su cumbre en el periodo comprendido entre 800-1000 d. de C."
Creo que si hay algún buen ejemplo de que los vikingos eran gentes muy civilizadas, sería éste libro. Como tantas veces se constata no hemos cambiado en lo esencial, aunque sólo sea porque seguimos predicando una cosa y haciendo la contraria.
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Autoengaño
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El cretino cree
que si rehusa el combate
sigue siempre vivo.
Pero la senectud
no le tiene piedad
aunque logre salvarse de la lanza.
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Hijos
-
Bendito el retoño
aunque nazca tarde
de un padre mayor o ya muerto.
Sólo los vástagos
velan por su memoria
levantando lápidas al lado del camino.
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Comentar secretos
-
Alterna con todos
habla y pregunta
el que quiere pasar por culto.
Pero lo que sabe uno
que no lo sepan dos,
lo dicho a tres es de todos.
.
Apariencias
-
En el prado coloqué
mi propia ropa
sobre sendos espantapájaros.
Parecían caballeros
con vestidos de corte.
¡El hombre desnudo es un don nadie!
.
Gratitud
-
Al hombre le sobran
los regalos soberbios,
con poco se gana agrado.
Con un pan compartido
y un jarro común
hice un íntimo amigo.
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Finanzas
-
Debes gozar
de lo que ganes
mientras estés en este mundo.
Lo que dejes para el amigo
igual va al enemigo.
¿Quién sabe lo que puede pasar!
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Uso del poder
-
El hombre sensato
siempre demuestra
su supremacía con mucha mesura.
Él se da cuenta
cuando da con valientes
que nadie sobresale siempre.
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Un poco más sobre el Hávamál:

14 septiembre 2008

Elena Casero

Demasiado Tarde

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Cinco Minutos (pág. 185)
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¿Qué habría sido de mi vida si las cosas hubieran sucedido de otro modo? ¿Habría funcionado mejor mi matrimonio con Octavio? Todo en la vida está relacionado, nada es azaroso, aunque lo parezca.
Si ella hubiera sido de otra manera, si mi padre no se hubiera comportado como lo hizo, ¿hubiera sido yo más feliz? El destino se cruzó en la vida de ella y todos sufrimos las consecuencias, el rompecabezas se desfiguró y mi futuro quedó alterado incluso antes de ser presente. El mundo hubiera sido distinto, sin duda, si yo hubiera sido educada de distinta manera. A quién debo agradecer esta alteración, no lo sé, a ella, a él, a mi padre, al destino en sí, a un cruce de miradas que fusionó la materia, a la confabulación de los hados, todo está relacionado.
Si yo no hubiera salido ayer de casa tan puntual, si no hubiera habido humedad en la carretera, si él no me hubiera llamado, si yo no hubiera contestado creyendo que era mi jefe, hoy estaría viva y mi vida seguiría padeciendo de las mismas incertidumbres que ahora son ya una certeza. A esto nos conducen las decisiones: cada una de las que tomamos al cabo de la vida es una renuncia a lo que podríamos haber sido de haber decidido lo contrario.
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Comentario: Todos sabemos que nuestra vida es un permanente "si" condicional y que esa condicionalidad nos viene ya dada desde la cuna, o antes, como es el caso de la protagonista de esta novela estupenda de mi amiga Elena. Desde su lugar de espera, ya muerta pero aún no desaparecida, Tina tiene ocasión de saber mucho más de ella misma de lo que nunca supo cuando vivía. Y eso es porque ve a los demás desde dentro y ella misma, se ve desde fuera. Pero yo creo que lo que mejor comprende es, precisamente, que sean cuales sean los hilos que mueven nuestras vidas, acaban enredados en un mar de condicionales y que nunca estuvo en nuestras manos moverlos de otra manera.

La autora: Saber más de ella es fácil; la encontraréis aquí, al ladito mismo :)

30 agosto 2008

Carmina Burana ( Cantos de goliardo)

Os transcribo unos párrafos del prólogo de este libro, escrito por Rodolfo Vargas Rubio, no en el orden en que están escritos, sino en el que me ha parecido más esclarecedor para esta entrada dedicada a los Cantos de Goliardos.
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Carmina Burana es una recopilación de estos cantos, hecha con bastante probabilidad en la corte del obispo de Seckau, en Austria, y tomó el nombre del monasterio benedictino de Beuren, en Baviera, donde se había conservado el manuscrito de esta auténtica summa poética, hasta 1806, año de la secularización de los antiguos estados del Sacro Imperio.
[...] Los Carmina Burana son el fruto y el testimonio de una época de especial efervescencia [...]
Quién no tenga en cuenta esto se sorprenderá seguramente de la siguiente afirmación: en el siglo XII comienza la evolución hacia el mundo moderno.
[...] Durante siglos a partir de la ruina de la Roma imperial, la cultura se había refugiado en los monasterios, convirtiéndose en patrimonio del clero regular, especialmente de la prolífica orden benedictina y sus diferentes ramas (cluniacenses y cistercienses, entre otros). Ahora, con el nuevo desarrollo urbano, la protección del poder real y bajo los auspicio de los obispos (que no miraban con excesiva simpatía a los monjes), se elevaba una cultura alternativa, que ya no era monástica sino secular.
[...] No hay mejor personificación del enfrentamiento entre la cultura monástica y la secular que el de San Bernardo de Claraval y Pedro Abelardo, el gran maestro de la razón, que ha pasado a la vez a la Historia (como filósofo) y a la leyenda (por su atormentado amor por Eloísa). Ambos se vieron las caras en el famoso concilio de Sens (1140), que, si bien condenó varias tesis de Abelardo, no pudo evitar que éste fuera considerado una de las grandes lumbreras del pensamiento de todos los tiempos. Resulta interesante y revelador considerar la estrategia empleada por San Bernardo para desacreditar a Abelardo. En una época simbólica por excelencia, designa a su adversario como "Goliat", siendo ésta una personificación del mismo demonio. Aquí hay que buscar el origen de los célebres goliardos, a los que se atribuye la paternidad de los Carmina.
¿Quienes eran estos personajes? Los caminos de Europa habían sido recorridos hasta entonces sólo por peregrinos y guerreros. Ahora eran también rutas de estudiantes [...] En el contexto de la época, la mejor manera de de gozar de una cierta libertad era incorporarse al clero. No era necesario ser ordenado sacerdote; bastaba con recibir la tonsura para ingresar en el estamento eclesiástico. Los más de estos clérigos -la mayoría de los cuales no tenía vocación - vivían a salto de mata y llevaban una vida francamente desdicente de su estado. Paradójicamente, y tal vez por el recurso psicológico de justificarse echando la culpa al sistema, se convirtieron en acerbos críticos de los pecados de los eclesiásticos. [...] Se les llamó goliardos por su género de vida, propia de almas extraviadas por el demonio, del que se habían vuelto imágenes por el pecado.
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Y ahora, un fragmento del, quizás, más conocido de los Carmina Burana, en su traducción al castellano.
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1
Oh Fortuna
cual la luna
variable de estado,
siempre creces
o decreces:
la vida execrable
ahora embota,
ahora mejora,
como en broma, la agudeza
de la mente,
y la pobreza
y el poderío
cual hielo funden.
2
Suerte salvaje
y vana,
rueda que gira,
condición mala,
salud inútil,
siempre en peligro,
oscura
y velada,
ahora te vuelves también contra mí,
cuando por tus gracias
malvadas llevo
desnudas las espaldas.
3
La suerte contraria
me es ahora
en salud y virtud.
Ganancias
y pérdidas
no están en mi mano.
¡En este punto,
sin demora,
tañed todos las cuerdas:
ya que la suerte
derriba a un valiente,
plañid conmigo!
...........
Comentario: Habría muchísimo más que decir, pero ya es muy largo el post :)
La música que suena es, cómo no, el fragmento "¡Oh, Fortuna!" de la obra escrita por Carl Orff en 1936, interpretada por la Federación Coral de Madrid y dirigida por R. Steubing.

09 agosto 2008

Holgazaneando, pero menos...

Sí, estoy holgazana, que le vamos a hacer :)
A pesar de ello, estoy poniendo al día la web de Poetas; primero porque le hacía mucha falta una renovación y segundo porque para hacerlo tengo que leer y practicar un poco con los programas de imágenes antes de que se me olvide como funcionan.
Para no merecer la medalla a la Más Perezosa del Verano, os traigo las dos páginas que he montado estos días. Una es el poema del post anterior y la otra forma parte de un terrible poemario de Oscar Wilde, mucho más largo que el fragmento que os dejo, escrito mientras duró su encierro en la prisión de Reading, donde pasó dos años. No se puede decir de Wilde que fuera un modelo de virtudes, pero sin duda el motivo de su encierro no fue tanto su conducta como la pacata e hipócrita moral victoriana.
Os dejo también un enlace sobre este irlandés excesivo y genial.
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Y vuelvo, vuelvo.
:)

28 julio 2008

Kostas Steryópulos

El Sol de la Medianoche
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Las Separaciones
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Las separaciones me aguardaban en cada vuelta.
Rostros que desaparecieron abandonando su cuerpo
o que lo llevaron consigo para dejarlo en otro lugar.
Los vimos por última vez delante de la escalera.
Casas que habitamos y que ahora retumban
vacías en nuestra memoria.
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Como si apoyases el dedo sobre el frío cristal.
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No me queda ya nada salvo lo que digo.
Ojalá no termine este invierno terrible,
con el horizonre cubierto de telarañas,
las nubes que recorren la llanura,
la vida que amanecía tan nublada.
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En cada vuelta esperaba una nueva separación.
Las casas desamuebladas producen un eco espeluznante.
Las paredes vacías allí donde desaparecieron los cuadros,
ahumadas por los días de nuestras vidas.
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Cambié tantas veces de casa, viviendo dentro de este cuerpo,
sufrí tantas separaciones, sin llegar a mudarme.
Constantemente desaparecía y de nuevo venía
con una herida abierta.
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Ojalá no termine este invierno terrible,
o-en fin - que termine, pero que se remanse;
en esta helada casa que vivió tu alma,
en esta soledad más cálida que tu propia casa.
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Aquí, donde las aguas del río fluían más lentamente.
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Comentario: Sólo una vez, hace mucho ya, tuve oportunidad de leer a Kostas Steryópulos en una antología de poetas griegos. Aunque lo intenté, no pude encontrar ningún libro suyo. Por casualidad, esta mañana, rebuscando entre los antiguos escritores griegos en la Biblioteca Municipal, he encontrado este Sol de Medianoche, de donde procede el poema que os he transcrito. Los poemas que contiene están escritos entre 1983 y 1991. En esos momentos, el poeta tendría entre 55 y 65 años. Como tantas otras veces, los poetas quedan relegados y hasta mal archivados por los bibliotecarios. El volumen en cuestión ha necesitado, para su publicación en España, de la ayuda del Ministerio de Cultura griego y no se ha hecho más que una edición, que imagino exigua.
El poema es, realmente, un dedo apoyado en el frío cristal de nuestras ausencias personales; cada etapa que dejamos atrás, cada silla vacía en torno a una mesa, nos acerca a nuestra propia y futura ausencia en la vida de otros. Los poemas son incógnitas, secretos a descifrar y cada uno debe hacerlo a su manera.
El autor: Nació en Atenas en 1926. Poeta, novelista, crítico y ensayista, ejerció como profesor de Filología Neohelénica en la Universidad de Atenas y fue expulsado durante la dictadura de los coroneles. En 1974, fue catedrático en la Universidad de Ioánnina, y sigue siendo emérito de la misma. Publicó su primer poemario en 1943 y desde entonces, ha merecido el Premio Nacional de Poesía, el Nacional de Estudio y Ensayo y el Premio de la Academia de Atenas, entre muchos otros. Su obra es abundante en todos los campos por los que discurre su actividad y lo que no sabría deciros es si aún vive, porque aunque parezca imposible, lo único que he encontrado en la red y en mis enciclopedias es, básicamente, esta breve reseña, aparte de una relación de sus obras y galardones.

22 julio 2008

Eduardo Mendicutti

El Palomo Cojo
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Páginas 93 y 94
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A la Mary le chiflaban los reportajes de artistas de cine, pero tía Victoria sentía predilección por los ecos de sociedad, que así nos enseñó ella que se llamaban aquellas fotografías de fiestas donde todo el mundo salía elegantísimo. En aquellas fotos, tía Victoria señalaba de pronto a un señor con una pinta estupenda y decía éste es el príncipe fulano de nosequé, siempre unos nombres rebuscadísmos, y añadía, coquetona:
-Con él tuve yo un interludio.
Tía Victoria, por lo visto, había tenido montones de interludios, tantos que a mí me parecía imposible que los hubiera tenido uno detrás de otro, así que pensé que los había tenido de tres en tres o de de cuatro en cuatro, como la Mary, que cada noche tenía un interludio en la casapuerta con un novio diferente. Una tarde le pregunté a tía Victoria si todos aquellos príncipes con los que ella había tenido interludios tenían también un olor particular, un olor de familia, y de familia de postín -como aquel olor de los Calderón Lebert que tanto se notaba en el cuarto de tía Victoria- y ella me dijo que por supuesto, que de oler no se libra nadie. Lo que ocurre es que cuando se tiene un interludio el olor es siempre maravilloso, y cuando no se tiene, el olor es a veces un pestazo que no se puede aguantar. Eso me dijo.
Lo curioso de tía Victoría, conforme había ido cumpliendo añitos -siempre lo decía en diminutivo, como dando a entender que los años que ella cumplía eran más pequeños y envejecían menos que los que cumplía el resto de las señoras y gachises del mundo-, había ido eligiendo para sus interludios a señores más jóvenes y con menos empaque, pero con menos olor también, seguramente. La Mary me decía que no fuera panoli, que si tía Victoria los prefería cada vez más tiernos, no era porque oliesen menos, sino porque empujaban mejor. Yo no sabía que tenían que ver los empujones con una cosa tan fina como los interludios de tía Victoria, y además la Mary no decía empujar sino rempujar, que aún sonaba peor y más ordinario. Pero estaba clarísimo, de todos modos, que tía Victoria en los últimos años, había tenido interludios con muchachos que podrían haber sido, según la Mary, sus nietos. El que salía retratado con ella en la última revista -que era de diciembre del año anterior-, tenía la planta de un guardiamarina y la carita de un querubín, por lo menos eso fue lo que dijo tía Victoria cuando nos lo señaló, y también nos dijo que era muy educado y cariñoso y que tenía un talento natural para alternar en sociedad, porque no era un príncipe ni nada, ni siquiera de buena familia, sólo un muchacho de origen humilde que había salido guapo y con maneras de marqués, aunque al final lo tuvo que dejar porque ella le encontraba un defecto horroroso.
-¿Qué defecto, tía Victoria - le pregunté yo, muy excitado, pensando que tendría un ojo de cristal, o una pata de palo, o algo así.
Tia Victoria me dijo:
-Tenía opiniones.
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Comentario: Felipe tiene 10 años y una anemia de la que necesita recuperarse; lo trasladan a una ciudad costera gaditana, a la casona familiar donde conocerá, no sólo a muchos de sus parientes adultos, sino a un ejército de criados y a un palomo cojo que se paseará por los balcones de la casa obedeciendo sólo a su capricho. Al palomo no le importa ninguna de las cosas que les importan a los humanos y su defecto físico no le impide ser libre. Un contrapunto necesario en este libro donde los adultos están atados por sus tradiciones, sus costumbres, sus vicios o su servidumbre. Felipe flota entre la familia que le quiere y se despreocupa, y los criados que le cuidan, sin acabar de perder de vista que es el señorito. La soledad está servida.
Pero el libro está lleno de humor y ternura. Ningún personaje nos cae mal, al contrario. Llegamos a la conclusión de que así son las cosas, porque así las vemos en la mirada de ese niño que "sabe" que, en verdad, así son las cosas y por su inevitabilidad, no pueden ser juzgadas.
El autor: Eduardo Mendicutti nació en 1948 en Sanlúcar de Barrameda. Es periodista y escritor. Ha publicado una buena cantidad de novelas y recogido, por ellas, muchos premios. Cenizas, Una mala noche la tiene cualquiera, Los novios búlgaros, El beso del cosaco y Ganas de hablar, son algunas de ellas. No esconde su homosexualidad y sus obras componen una visión ética de ese mundo, aún marginal.

16 julio 2008

Eduardo Mendoza

Sin noticias de Gurb
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Fragmentos
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Las tribulaciones del ejecutivo: lectura y comprensión parcial de las cotizaciones de bolsa, mercado de divisas, mercado de futuros; café con leche (desnatada), biscotes con margarina, las pastillas; ducha, afeitado, violenta aplicación de aftershave. El ejecutivo se pone su impedimenta: Ermenegildo Zegna por aquí, Ermenegildo Zegna por allá. Los niños lavados, vestidos y peinados suben al coche del ejecutivo. Papá los llevará al cole. Anoche cenaron en casa de su madre, pero han dormido en casa de su padre. Esta noche cenarán en casa de su padre, pero dormirán en casa de su madre y mañana los llevará al cole su madre y los irá a buscar él para que cenen en su casa o en casa de su madre (telefoneará). Uno de los niños es suyo; al otro no lo ha visto en su vida, pero prefiere no preguntar. Desde que se separó de su mujer (amigablemente) prefiere no preguntar nada a nadie.
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Se me acerca una chica muy joven y atractiva. Con gran desenvoltura me pregunta si estudio o trabajo. Le respondo que, en realidad, no puede hacerse esta distinción, porque quien estudia aplicadamente, realiza el más importante de los trabajos (para el día de mañana), del mismo modo que, quien pone los cinco sentidos en su trabajo, algo nuevo aprende cada día. Sin duda satisfecha con mi respuesta, la chica de aleja a buen paso.
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Entra en la sala una señorita y nos hace formar en tres grupos: a) el de los que quieren comprar un piso para habitarlo, b) el de los que quieren comprar un piso para blanquear dinero negro y c) el de los que quieren comprar un piso en la Villa Olímpica. Una pareja con un lactante y yo formamos el grupo a.
Los integrantes del grupo a somos conducidos a un despacho sobrio. A la mesa se sienta un caballero de barba blanca, cuyo aspecto rezuma probidad. Nos explica que la coyuntura es difícil, que hay más demanda que oferta y viceversa, que no debemos hacernos ilusiones. Nos insta a renunciar al engañoso binomio calidad-precio. Nos recuerda que esta vida no es más que un valle de lágrimas de alto standing. A medio sermón se le desprende la barba postiza, que arroja a la papelera.
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Llego a una plaza formada por el derribo de varias manzanas. En el centro se yergue una palmera tiesa y peluda como un mal bicho. Numerosos ancianitos desecándose al sol, a la espera de que sus familiares vengan a buscarlos. Los pobres no saben que muchos de ellos nunca serán recogidos, pues sus familiares han partido de crucero a los fiordos noruegos. En algunos bancos todavía pueden verse los ancianitos abandonados el verano pasado, en avanzado estado de momificación, y los ancianitos abandonados hace quince días, en una fase de acomodación al medio menos golosa. Me siento junto a uno de estos últimos y leo el suplemento literario de un periódico de Madrid, que alguien, con idéntico criterio, ha dejado abandonado en el banco.
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Contraportada: Sin noticias de Gurb relata la historia de un extraterrestre que ha desaparecido, tras adoptar la apariencia de la vocalista Marta Sánchez, en la jungla urbana barcelonesa. Pero el protagonista de la narración no es Gurb, sino otro alinígena que sale en pos de él y cuyo diario constituye el esqueleto de la narración. La verdadera naturaleza del relato es de carácter paródico y satírico: cono en "El misterio de la cripta embrujada", la invención de E. Mendoza convierte a esta Barcelona, a un tiempo cotidiana y absurda en el escenario de una carnavalada que revela, tras las máscaras pintarrajeadas y grotescas, acaso el verdadero rostro del hombre urbano actual y, tras el chisporroteo del estilo, la acerada conciencia artística del escritor.
Comentario: En marzo de 1996, el libro iba por la 27ª edición, que es la que tengo. La primera se publicó en 1991, lo que nos da una idea del éxito del libro. Se podría haber situado en cualquier otra ciudad, apresurada y populosa del mundo occidental de la época, pero Mendoza prefiere Barcelona para sus sátiras. La novela se lee de un tirón (139 págs.) y no dejas de reírte de principio a fin. Aún cuando se explaye sobre asuntos tan serios como el último párrafo transcrito.
El autor: Mejor que yo...
Y también os recomiendo el libro que aparece en la portada de la web: "El asombroso viaje de Pomponio Flato" La diversión está garantizada.
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08 julio 2008

Tanto monta...

Cortázar y Monterroso-Monos y Gotas
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Liter-a-tres, tiene en su blog este cuento de Augusto Monterroso. Les he comentado que me sonaba a Julio Cortázar en su cuento "El aplastamiento de las gotas" y han querido saber por qué. A ver si logro explicarlo.
Creo que, más que otra cosa, es la forma en que emplean el lenguaje. Los escritores sudamericanos tienen un toque especial para el castellano, que es suyo propio y que, sin mucho margen de error, nos ayuda a distinguirlos de los españoles. También es diferente la cadencia, el ritmo y el desarrollo del tema, algo que se aprecia mucho en los brevísimos. Y un sentido poético que nace ya en el título y que no abandona el relato por muy prosaico o impensable que pueda ser. Cuando leí el relato del Mono, ya conocía las Gotas e, inmediatamente, los relacioné. No todo puede explicarse y esto quizás tampoco, pero aquí os dejo los dos breves, con la esperanza de que podáis sentir ese ritmo interior, que yo encuentro tan similar, y no me quede sola en esa apreciación.
:)
Para que os sea más fácil, os dejo el "Mono" escrito y las "Gotas" en la voz de Cortázar. Ya sabéis; clic para escuchar el audio y ojos a la pantalla.
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EL MONO PIENSA EN ESE TEMA

¿Por qué será tan atractivo -pensaba el Mono en otra ocasión, cuando le dio por la literatura- y al mismo tiempo como tan sin gracia ese tema del escritor que no escribe, o el del que se pasa la vida preparándose para producir una obra maestra y poco a poco va convirtiéndose en mero lector mecánico de libros cada vez más importantes pero que en realidad no le interesan, o el socorrido (el más universal) del que cuando ha perfeccionado un estilo se encuentra con que no tiene nada qué decir, o el del que entre más inteligente es, menos escribe, en tanto que a su alrededor otros quizá no tan inteligentes como él y a quienes él conoce y desprecia un poco publican obras que todo el mundo comenta y que en efecto a veces son hasta buenas, o el del que en alguna forma ha logrado fama de inteligente y se tortura pensando que sus amigos esperan de él que escriba algo, y lo hace, con el único resultado de que sus amigos empiezan a sospechar de su inteligencia y de vez en cuando se suicida, o el del tonto que se cree inteligente y escribe cosas tan inteligentes que los inteligentes se admiran, o el del que ni es inteligente ni tonto ni escribe ni nadie conoce ni existe ni nada?
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18 junio 2008

Gustavo Martín Garzo

La Mano Quemada
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Cuento completo
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Querido Vincent:
Tu hermano Théo me ha dado la dirección del doctor Gachet, y es a él a quien dirijo esta carta para que te la entregue. También me ha dicho que el doctor te atiende como un padre y que desde que estás a su lado en Auvers-sur Oise, te encuentras mejor.
Te escribo para decirte que he leído el artículo que se ha publicado en “Le Mercure de France” sobre tu pintura. Siempre he sabido que antes o después tenía que suceder algo así, y que todos terminarían reconociendo tu trabajo. ¿No te acuerdas de que te reías de mí porque a todas las horas te estaba diciendo que terminarías por hacerte famoso? Ya lo ves, tu ignorante prima Kate, ha resultado ser más lista que todos los críticos de arte.
Théo me ha estado enseñando los cuadros que pintaste en el asilo y los dos terminamos llorando. ¿A ver si sabes lo que le he dicho? Que no te interesaba reproducir lo que tenías delante de los ojos, sino que te servías arbitrariamente del color para expresar con más fuerza lo que pasaba por tu alma.
¡Pobre Vincent! ¡Qué mal me porté contigo! Me asustaba tu violencia, tu forma extraña de mirar el mundo, como si fuera un lugar hermoso pero también aquel donde uno puede arruinarse, volverse loco, cometer crímenes.
Recuerdo cuando volviste a Teten, a la casa de tu padre, y todos los problemas que ocasionaste por aquella locura que te dio de perseguirme. Recuerdo mi huida a La Haya y aquella tarde terrible en que amenazaste con quemarte la mano si no te permitía verme. También la última vez que te vi. Te habías enamorado de aquella pobre prostituta Sien y llevabas meses viviendo con ella y sus hijos convencido de haber encontrado la felicidad. Conmovido por su miseria, pues siempre tuviste ese don terrible de la compasión, de hacer tuyo el dolor de los demás.
Luego supe de tus sucesivos cambios de residencia a través de Théo, al que visitaba a menudo. De tu período en Arlés y de tu ingreso, sobre todo, en el asilo de Saint-Remy, donde pintaste sin parar, como nunca lo habías hecho. Me bastó ver la luminosidad y alegría de aquellos cuadros, para parecerme que habías conseguido ese descanso, esa tranquilidad, que tan desesperadamente buscabas. Todos ven en tu pintura lo extraño, pero yo veo un bello mundo de esperanzas y de luz, aunque se escape inexorablemente de tus manos. Recuerdo nuestros paseos en Hete, cuanto amabas la naturaleza y tu capacidad para ver la belleza en las cosas sencillas. También aquello que solías decirme de que preferías pintar los árboles que veías desde tu ventana antes que visiones imaginarias.
Pero si hoy te escribo es para hablarte de uno de tus cuadros. Es un cuadro en el que se ve un jarrón con un ramo de lirios. Una de las ramas aparece caída. Es una rama alejada del agua que morirá pronto.

Théo me dijo que lo pintaste durante tu estancia en el asilo de Saint-Remy y yo supe al instante que esa rama eras tú. Me impresionó tanto que esa noche tuve un sueño en que me veía frente a unos lirios así. Veía la rama caída e intentaba colocarla en el agua, pero no podía porque tenía la mano quemada. Fíjate que extraño, esa mano que te quisiste quemar y que te habría impedido pintar era, en el sueño, la mía, y por más que quería recoger los lirios no podía hacerlo, aunque fuera entonces cuando estos se mostraran en toda su hermosura. Me desperté sobresaltada, comprendiendo que eso es tu pintura; una mano quemada tratando de volver al lugar de la vida.

Tu prima Kate.
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Comentario: Pocas veces veo a Martín Garzo ocupando los mostradores "de impacto" de las librerías. Y no será porque le falten méritos. No sé si la prima de quien se enamoró Van Gogh le escribió alguna vez pero puedo creer que sí. Y leyéndola, también puedo imaginar que, a la vuelta de muchos años, su tono hubiera sido ése; de serena comprensión y de melancolía por lo que, tal vez, hubiera podido ser de no impedirlo la locura de Van Gogh, tan extrema en sus reacciones personales. Esta forma de tratar los personajes me gusta mucho en Martín Garzo; los dota de una percepción de sí mismo y del otro que supera la acción y la comprende aunque ni siquiera esa acción, como tal, haya llegado a realizarse.
Os dejo dos enlaces aquí. Uno sobre Van Gogh y sus relaciones familiares, donde aparece el episodio con su prima Kate y la página personal de Gustavo Martín Garzo. En esta última hay dos frases que me gustan tanto que no puedo esperar a que las busquéis :)
"Siempre me ha gustado la gente estudiosa. Esas personas que se preguntan, que quieren saber, que no se conforman con lo que les dicen. Las personas que piensan. Que no solamente prestan atención a lo que tienen, sino que se preguntan por lo que las falta "
"Creo que no podría vivir sin libros, que no podría vivir sin leer. En ningún otro lugar de la tierra uno encuentra tantas cosas para admirar"
Los enlaces:
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01 junio 2008

Gianni Rodari

Gramática de la Fantasía
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9. El error creativo
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De un lapsus, puede nacer una historia, no hay en ello ninguna novedad. Si, tecleando a máquina un artículo, da la casualidad de que escribo "Manzania" en lugar de "Tanzania", queda descubierto un nuevo país perfumado y silvestre: sería una pena tacharlo de los mapas de lo posible con la correspondiente goma; mejor explorarlo, como turistas de la fantasía.
Si un niño escribe en su cuaderno " es tilo de vida", tengo la opción de corregir el error con una marca roja o azul, o seguir su provocadora sugerencia y escribir la historia de ese "tilo" maravilloso, frecuente, por otra parte, en la flora de España. ¿Existirá también un "tilo de muerte"? ¿Será la "tila de vida", por el contrario, una infusión para hacerse inmortales..?
Un magnífico ejemplo de error creativo es el que se encuentra, según Thompson (Los cuentos en la tradición popular), en La Cenicienta de Charles Perrault; el zapatito que, en principio, debería haber sido de "vair" (vero, piel de marta cebellina), sólo por una afortunada desgracia se volvió de "verre" (vidrio o cristal). Un zapatito de cristal es sin duda mucho más fantástico que una pantufla cualquiera de pelo, y más rica en seducciones, aunque sea hija del retruécano o del error de transcripción.
[...] La "serpiente bidón" nace de la "serpiente pitón", de modo claramente diferente de como "mandolina" nace de "china". Y los dos objetos -por ejemplo, "agüita" y "aguita" (sin diéresis)- siguen siendo parientes cercanos; el significado del segundo se puede solo deducir del significado del primero. Es una "enfermedad" del primer significado. Esto resulta claro en el ejemplo de "corazón" y "conrazón"; el "conrazón" es, sin lugar a dudas, un "corazón" enfermo de racionalismo. Le hace falta algún estimulante de la pasión.
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Comentario: Hay que recurrir a Rodari cuando se nos acaba el "fuelle inventivo". Él, a su vez, recurre a las fuentes de lo maravilloso que le proporcionan Propp, Afanasiev, Thompson y otros grandes estimuladores de la fantasía, en todas sus ramas. Porque lo fantástico y lo milagroso nos rodea, aunque es tanta nuestra torpeza que apenas lo entrevemos. Y Rodari recurre a las mentes que aún no saben que el mundo es de cemento y de máquinas, de intereses y de política. Pretende estimular la creación desde la infancia que es donde, de verdad, empieza todo escritor y el lugar al que regresa el resto de su vida.
El Autor: Gianni Rodari, profesor, periodista y divulgador de la nueva pedagogía en Italia, empezó a escribir literatura infantil en 1950. Después de publicar más de 20 libros, recibió en 1970, el premio más importante que se concede a la Literatura Infantil: el Hans Christian Andersen. La idea que lo hizo imprescindible para cualquiera que decida explorar en el lenguaje escrito, fue su "binomio fantástico" , motor imprescindible presente en todas las propuestas de estudios literarios.

27 mayo 2008

Publio Ovidio Nason

El Arte de Amar
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En el Circo
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Y no pierdas de vista la carrera de caballos prestigiosos: el Circo, que da cabida a tanta gente, ofrece muchas ventajas. No hay necesidad de hacer signos con los dedos para transmitir recados ni tienes que mover la cabeza para dar a entender que has recibido un mensaje. Siéntate al lado de tu dueña, si nadie te lo impide; acerca tu costado al suyo todo lo que puedas, sin miedo, puesto que, aunque tú no quieras, la estrechez de los asientos obliga a juntarse y por imposición del lugar has de rozar a la joven. Entonces busca la ocasión para empezar una charla amistosa y sean palabras triviales las que den comienzo a la conversación. Trata de preguntarle con mucho interés de quién son los caballos que se acercan, e inmeditamente apoya al auriga que apoye ella, cualquiera que sea. Y cuando aparezca la nutrida procesión con las imágenes en marfil de los dioses celestiales, aplaude con mano calurosa a la soberana Venus; y, como suele suceder, si algo de polvo cayera por casualidad en el regazo de la joven, sacúdeselo con los dedos, y aunque no haya polvo ninguno, sacúdeselo de todas formas, como si lo hubiera: cualquier cosa te puede servir para mostrar tu amabilidad; si el manto le cuelga y le arrastra por tierra, recógeselo y álzalo deprisa del inmundo suelo; después de lo cual y en premio por tu amable gesto, tendrás la suerte de contemplar, sin que se oponga a ello la joven, sus piernas con tus propios ojos.
Aparte de eso, mira hacia atrás, no vaya a ser que el que está sentado detrás de vosotros, quienquiera que sea, empuje y apoye sus rodillas en la delicada espalda de ella. Los pequeños detalles cautivan a los espíritus sensibles: a muchos les ha sido útil mullir el cojín con mano habilidosa; les fue también provechoso agitar una tablilla para darle un poco de aire y poner un hueco escabel debajo de su tierno pie. Estas son las ocasiones que para conseguir un nuevo amor te brindará el Circo, asi como el foro bullicioso en el que se esparce la funesta arena. En esa arena ha luchado más de una vez el hijo de Venus, y aquel que contemplaba las heridas fue herido a su vez; mientras hablaba, tocaba su mano, le pedía un programa y deseaba que venciera uno de los dos luchadores -aquel por el que había apostado- lanzó un gemido al sentirse vulnerado, víctima de una alada saeta, y él mismo fue parte del espectáculo que estaba contemplando.
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Comentario: Es solo el principio del recorrido que hace Ovidio por la Ars Amatoria. Todo un tratado, minuciosamente estudiado y escrito. Enseña por igual a hombres y mujeres como actuar para conquistar, conseguir, retener, y también engañar, a la persona objeto de nuestro deseo y/o amor.
Para su desgracia, coincidió en el tiempo con Augusto, que se había propuesto erradicar la vida licenciosa en que se había instalado la nobleza de Roma. Un libro que enseñara los entresijos y argucias sexuales no sería, precisamente, lo que más agradara al Emperador. Aunque el origen nobilísimo de Ovidio le evitó la deportatio, fue condenado a la relegatio que no comportaba la pérdida de la ciudadanía romana ni de sus bienes. Ni Augusto ni su sucesor, Tiberio le perdonaron jamás y Ovidio no pudo volver a su amada Roma.
El autor: Nació en Sulmona, en la Italia central, no muy lejos de Roma, en el año 43 a.C. Era un tiempo singularmente convulso políticamente; es el momento del final irrevocable de la República Romana que es aplastada por el triunvirato constituído por Marco Antonio, Octavio y Lépido. De su fracaso nacería otra etapa; la de Augusto, que volvería a instalar la realeza. Ovidio dejó de lado aquellas profesiones para las que le habían preparado, la política y el derecho, en favor de la literatura que no le obligaba a someterse a la voluntad asimiladora del prepotente Augusto. Le costó caro, pero no antes de haber publicado algunas grandes obras: Fastos, Metamorfosis, Heroidas, Tristia y Pontica, Ars Amatoria y Amores, entre otras. Como ya he dicho, fue desterrado a Tomis, donde murió, lejos de toda su familia, el año 17 d.C.

09 mayo 2008

José Antonio Marina

La Selva del Lenguaje
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Páginas 63 y 64
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Caeré en la tentación de contarles algunas historias de palabras, para aliviar la andadura. Los deslizamientos, ya lo he dicho, son a veces externos, casuales, y otras en cambio pertenecen al propio desarrollo del análisis del objeto designado. Un caso de evolución externa lo proporciona la historia de la palabra francesa "timbre", que en la actualidad significa "sello de correos" pero que originariamente significaba "tripa". Es difícil adivinar los vericuetos que condujeron a la palabra de las manos del charcutero a las del cartero.
El caso es que las tripas pasaron a emplearse en los tambores, de donde salió "tímpano", como membrana sonora (también témpano). Los tambores se representaban en los escudos nobiliarios y "timbre" pasó a ser un término heráldico. Cuando el escudo figuró en los sellos conque se autentificaban los documentos pasó a significar "sello" (todavía en castellano se habla de "papel timbrado"), y cuando se estableció Correos, las estampillas heredaron la función que tenían los antiguos sellos nobiliarios.
Un caso distinto lo proporciona la palabra "melancolía", en cuya historia hay un cambio en el contenido, es decir, un deslizamiento interno. Etimológicamente designa la locura furiosa provocada por la bilis negra (melanós jolé), de la que habla el Corpus hipocrático. Se mantuvo así durante muchos siglos hasta que en el barroco la melancolía se puso de moda, deja de usarse como término médico y se convierte en una tristeza elegante. Con el romanticismo pasa a ser un dulce malestar. "Melancolía es la dicha de ser desdichado", escribió Víctor Hugo. Paralelamente aparece la palabra " spleen", que significa una tristeza dandy y poco trágica, y tiene también orígenes médicos. Procede de "esplenós" que significa "bazo".
A veces se toma una parte del significado como si fuera el todo, con lo que se producen divertidas contradicciones. En este momento se usa en castellano la expresión "en lo más álgido de la discusión", queriendo designar la situación más acalorada. Sin embargo, "álgido" significa "el momento más frío".
[...]
En Mexico, de tanto repetir "una cerveza fría", se ha simplificado a "déme una fría". Es decir, "fría" se ha convertido en sinónimo de cerveza, con lo que los bebedores que la prefieran del tiempo tienen que pedir "una fría del tiempo" o "una fría que no esté muy fría". El lenguaje no deja de producir sorpresas.
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Comentario: Este es uno de los libros que más me gustan de Marina. Se extiende sobre el lenguaje, sobre nuestro idilio con las palabras y sobre el porqué de nuestros soliloquios. El hombre es palabra, más que ninguna otra cosa y es importante aprender sobre ellas. El recorrido del libro es largo, con terminales para la medicina, la psicología, la comunicación, la comprensión y el habla creadora, entre otras cosas.
Para los que amamos las palabras, altamente recomendable :)

24 abril 2008

Miguel de Cervantes

Don Quijote de la Mancha
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Fragmento del cap. 23. En Sierra Morena.
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Así como don Quijote entró por aquellas montañas, se le alegró el corazón, pareciéndole aquellos lugares acomodados para las aventuras que buscaba. Reducíansele a la memoria los maravillosos acaecimientos que en semejantes soledades y asperezas habían sucedido a caballeros andantes. Iba pensando en estas cosas tan embebecido y transportado en ellas, que de ninguna otra se acordaba. Ni Sancho llevaba otro cuidado -después que le pareció que caminaba por parte segura- sino de satisfacer su estómago con los relieves que del despojo clerical habían quedado; y así, iba tras su amo sentado a la mujeriega sobre su jumento, sacando de un costal y embaulando en su panza; y no se le diera por hallar otra ventura, entretanto que iba de aquella manera, un ardite.
En esto, alzó los ojos y vio que su amo estaba parado, procurando alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo, por lo cual se dio priesa a llegar a ayudarle, si fuese menester; y cuando llegó fue a tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida él, medio podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas, pesaba tanto, que fue necesario que Sancho se apease a tomarlos, y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía.
Hízolo con mucha presteza Sancho, y, aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había, que eran cuatro camisas de delgada holanda y otras cosas de lienzo no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro; y así como los vio, dijo:
-¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea de provecho!
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Con unas horas de retraso, la imprescindible lectura del 23 de abril. Y de cualquier otro día.