26 septiembre 2008

Dorothy Parker

Soldados de la República
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Cuento corto. Fragmento.
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Aquella tarde de domingo estábamos sentados con la muchacha sueca en el gran café de Valencia. Tomábamos vermut en gruesas copas, y en cada una de ellas había un cubito de hielo grisáceo lleno de agujeros. El camarero se sentía tan orgulloso de aquel hielo que apenas soportaba dejar las copas sobre la mesa y separarse de él para siempre. Siguió con sus tareas -por toda la sala la gente daba palmas y silbaba para llamarle la atención -, pero se volvió a mirar por encima del hombro.
Fuera estaba oscuro, la oscuridad veloz y nueva que de un salto y sin sombras se impone al día, pero como en las calles no había luces, parecía tan profunda y antigua como la medianoche. Por eso te asombrabas de que todos los críos siguieran levantados. En el café había críos por todas partes, críos serios sin solemnidad, que observaban el ambiente que les rodeaba con tolerante interés.
En la mesa contigua a la nuestra, había uno notablemente pequeño, tendría quizá seis meses. Su padre, un hombrecito con un uniforme grande que lo hacía caído de hombros, lo sostenía con cuidado sobre las rodillas. El crío no hacía nada; sin embargo, el padre y su joven y delgada mujer, cuyo vientre volvía a estar hinchado bajo el vestido raído, lo contemplaban sumidos en una especie de éxtasis de admiración, mientras en la mesa se les enfriaba el café. El crío iba endomingado, todo de blanco; sus ropitas llevaban remiendos tan delicados que la tela hubiera pasado por entera si la blancura de los zurcidos no hubiera variado de tono. Lucía en el pelo un lazo azul de cinta nueva, atado con absoluto equilibrio entre las lazadas y los extremos. La cinta de nada servía, no había pelo suficiente que precisara sujeción. El lazo era un mero adorno, un toque de gracia calculada.
¡Por el amor de Dios, basta ya!, me dije. Está bien, el crío lleva un trozo de cinta azul en el pelo. Está bien; su madre dejó de comer para que el crío estuviera guapo cuando su padre regresara a casa de permiso. ¡Está bien! Es asunto de ella, y tú nada tienes que ver. Está bien, ¿por qué tienes que echarte a llorar?
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Comentario: Augusto Monterroso, para su "Antología del cuento triste" , escogió un relato de Dorothy Parker y, en ese libro, fue donde pude leerla por primera vez. Luego vino el intentar encontrar algo más. La semana pasada conseguí su obra completa que, en lo que a relatos y algunos apuntes se refiere, se limita a 615 páginas de puro placer lector. Me ha sabido a poquísimo. La ha publicado Editorial Lumen; la edición que tengo es la segunda y data de 2006. En el enlace de pie de página, encontraréis más sobre esta mujer (fallecida en 1967) capaz de llorar, y hacer llorar, con cuatro líneas sobre un lazo azul.
Este relato que solo tiene 4 páginas más, te lleva directamente a la tragedia de la guerra, a la soledad y la angustia en las trincheras, al sacrificio de la población civil, al heroísmo diario y silencioso, al intenso drama de las pequeñas cosas y de las grandes carencias. Y hasta hay tiempo para algún toque de humor.
La autora: http://es.wikipedia.org/wiki/Dorothy_Parker

18 septiembre 2008

Las Eddas. Hávamál.

Los Poemas de Edda, o Las Eddas, son tan importantes para la cultura nórdica como Homero para los griegos o Los Veddas para los hindúes. Aunque todos ellos fueron escritos mucho después de que murieran, no sólo sus posibles autores sino la forma de vida en que nacieron, siguen siendo, en gran medida, nuestro código de referencia. Nuestra cultura se alimenta de sus enseñanzas y nuestra imaginación de sus historias y leyendas.
Hávamál , según Olav Melkid Bakke, responsable de la edición que manejo "podría tratarse de una colección de antiguas consignas o máximas inherentes al ambiente vikingo y que finalmente fue puesto por escrito..." "Parece que hay un amplio consenso sobre la época de su creación, 700-900 d. de C., aunque fue puesto por escrito algo más tarde. De todos modos, no cabe duda de que el espíritu de los poemas ha sido moldeado por las actitudes y la cultura de la era vikinga que tuvo su cumbre en el periodo comprendido entre 800-1000 d. de C."
Creo que si hay algún buen ejemplo de que los vikingos eran gentes muy civilizadas, sería éste libro. Como tantas veces se constata no hemos cambiado en lo esencial, aunque sólo sea porque seguimos predicando una cosa y haciendo la contraria.
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Autoengaño
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El cretino cree
que si rehusa el combate
sigue siempre vivo.
Pero la senectud
no le tiene piedad
aunque logre salvarse de la lanza.
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Hijos
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Bendito el retoño
aunque nazca tarde
de un padre mayor o ya muerto.
Sólo los vástagos
velan por su memoria
levantando lápidas al lado del camino.
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Comentar secretos
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Alterna con todos
habla y pregunta
el que quiere pasar por culto.
Pero lo que sabe uno
que no lo sepan dos,
lo dicho a tres es de todos.
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Apariencias
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En el prado coloqué
mi propia ropa
sobre sendos espantapájaros.
Parecían caballeros
con vestidos de corte.
¡El hombre desnudo es un don nadie!
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Gratitud
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Al hombre le sobran
los regalos soberbios,
con poco se gana agrado.
Con un pan compartido
y un jarro común
hice un íntimo amigo.
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Finanzas
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Debes gozar
de lo que ganes
mientras estés en este mundo.
Lo que dejes para el amigo
igual va al enemigo.
¿Quién sabe lo que puede pasar!
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Uso del poder
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El hombre sensato
siempre demuestra
su supremacía con mucha mesura.
Él se da cuenta
cuando da con valientes
que nadie sobresale siempre.
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Un poco más sobre el Hávamál:

14 septiembre 2008

Elena Casero

Demasiado Tarde

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Cinco Minutos (pág. 185)
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¿Qué habría sido de mi vida si las cosas hubieran sucedido de otro modo? ¿Habría funcionado mejor mi matrimonio con Octavio? Todo en la vida está relacionado, nada es azaroso, aunque lo parezca.
Si ella hubiera sido de otra manera, si mi padre no se hubiera comportado como lo hizo, ¿hubiera sido yo más feliz? El destino se cruzó en la vida de ella y todos sufrimos las consecuencias, el rompecabezas se desfiguró y mi futuro quedó alterado incluso antes de ser presente. El mundo hubiera sido distinto, sin duda, si yo hubiera sido educada de distinta manera. A quién debo agradecer esta alteración, no lo sé, a ella, a él, a mi padre, al destino en sí, a un cruce de miradas que fusionó la materia, a la confabulación de los hados, todo está relacionado.
Si yo no hubiera salido ayer de casa tan puntual, si no hubiera habido humedad en la carretera, si él no me hubiera llamado, si yo no hubiera contestado creyendo que era mi jefe, hoy estaría viva y mi vida seguiría padeciendo de las mismas incertidumbres que ahora son ya una certeza. A esto nos conducen las decisiones: cada una de las que tomamos al cabo de la vida es una renuncia a lo que podríamos haber sido de haber decidido lo contrario.
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Comentario: Todos sabemos que nuestra vida es un permanente "si" condicional y que esa condicionalidad nos viene ya dada desde la cuna, o antes, como es el caso de la protagonista de esta novela estupenda de mi amiga Elena. Desde su lugar de espera, ya muerta pero aún no desaparecida, Tina tiene ocasión de saber mucho más de ella misma de lo que nunca supo cuando vivía. Y eso es porque ve a los demás desde dentro y ella misma, se ve desde fuera. Pero yo creo que lo que mejor comprende es, precisamente, que sean cuales sean los hilos que mueven nuestras vidas, acaban enredados en un mar de condicionales y que nunca estuvo en nuestras manos moverlos de otra manera.

La autora: Saber más de ella es fácil; la encontraréis aquí, al ladito mismo :)