18 julio 2007

Hermann Hesse

Alma infantil
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Relato breve. Fragmento.
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A veces actuamos, nos movemos, hacemos esto y aquello, y todo resulta leve, fácil y en cierto modo espontáneo, parece que está en nuestra mano obrar de modo diferente. Y otras veces, a otras horas, todo lleva el signo de la necesidad y cada respiración nuestra está marcada por el destino.
Los actos de nuestra vida que llamamos buenos y de los que nos resulta fácil hablar son casi todos del primer género, "ligeros", y los olvidamos pronto. Otros actos, de los que nos cuesta hablar, no los olvidamos nunca, son como más nuestros que los primeros y su sombra se proyecta ampliamente sobre todos los días de nuestra vida.
En nuestra casa paterna, grande y clara, sita en una calle luminosa, se entraba por un portal alto, e inmediatamente se sentía uno envuelto en frescor, penumbra, ambiente húmedo y pétreo. Nos acogía silencioso el vestíbulo elevado y sombrío, el pavimento de ladrillos rojos que conducía en ligera pendiente hacia la escalera que se hallaba al fondo, en la oscuridad. Miles de veces entré por este portal sin fijar mi atención en él ni en el corredor ni en las baldosas ni en la escalera; pero era siempre el ingreso en otro mundo, en "nuestro mundo". El vestíbulo olía a piedra, era tenebroso y alto; al fondo al escalera llevaba desde la fría oscuridad a la luz y el confort. Lo primero era siempre el vestíbulo y la austera penumbra: aquello tenía algo de padre, de dignidad y poder, algo de castigo y mala conciencia. Miles de veces lo crucé con un temple jovial. Pero en ocasiones me sentía, una vez dentro, oprimido y empequeñecido, tenía miedo y buscaba presuroso la escalera salvadora.
Un día, a mis once años, volvía de la escuela para casa; era uno de sos días en que el destino acecha en todo rincón donde fácilmente puede pasar algo. En tales fechas se diría que todos los desórdenes y conflictos de la propia alma se refeljan en nuestro entorno y llegan a desfigurarlo. La desazón y el miedo oprimen nuesytro corazón, el mundo nos parece mal organizado y chocamos por doquier con resistencias.
Algo de esto me ocurrió aquel día. Desde el amanecer me embargaba -¿quién sabe por qué?, ¿tal vez por sueños nocturnos? - un sentimiento como de culpabilidad, aunque no había hecho nada de particular. Aquella mañana la cara de mi padre ofrecía una expresión doliente y acusadora, la leche del desayuno estaba tibia y sosa. En la escuela no es que tuviera dificultades, pero todo me supo a aburrido muerto y desalentador, y a ello se sumó ese sentimiento de impotencia y desesperación, ya bien conocido por mí, que nos dice que el tiempo es inacabable, que somos eternos, para siempre pequeños y desvalidos, y quedaremos aherrojados a esta escuela estúpida y hedionda, años y años, y que la vida toda es absurda y odiosa.
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Comentario personal: Este breve relato de Hesse, nos cuenta una travesura de esas que, como dice al principio, recordamos toda la vida. Algo que nos mostró que podíamos cometer un acto que nadie espera de nosotros, negar que lo hemos hecho, y que nos hunde cuando, finalmente, la verdad sale a la luz. Pequeñas cosas que "proyectan su sombra" en nuestra existencia posterior. No por su importancia, ni porque no nos perdonaran; es porque nos cuesta perdonar, si alguna vez lo hacemos, a quien nos perdonó.
El autor: H. Hesse recibió el Nobel de Literatura en 1946. Sobradamente conocidas son "El lobo estepario" "Siddhartha", o "Demian", entre otras muchas obras. Su abuelo y su padre, habían sido misioneros en la India, de ahí, tal vez, ese extremado sentido de culpabilidad que muestra en este relato.
Nació en Alemania en 1877 y murió en Suiza en 1962.

9 comentarios:

Abisha Gry dijo...

¿Te puedes creer que llevo más de un año para leer El lobo estepario? Y no es que no me interese, o que no me "enganche", no; es que me pongo a ello y, por circunstancias(el libro desaparece meses misteriosamente, aparece y desaparece de nuevo en un autobús, lo vuelvo a encontrar, vuelve a desparecer...)no hay modo.

Y eso que Demian me encantó.

Y no he leído nada más de Hesse.

¡Y me acabas de recordar que me apetece leerlo!:)

Abrazos miles, Trenzas

PD.Le sientan bien las Rastas a la literatura :)

Trenzas dijo...

Sin Identidad: Los libros, es lo que tienen; que son muy suyos. Van por libre y a veces les apetece dar un paseo en autobús, ellos solitos, sin nadie que los apretuje debajo del brazo
:)
Yo he leído los que nombro en este post, más otro relato llamado "mes de Julio" más "Narciso y Goldmund". No sé si recordarás que Golmundo era el primer nombre de JM. Quiero decir, el primer nombre conque yo le leí. Creoq ue nunca le dije que sabía de donde lo había plagiado :DDD
Gracias por pararte a leer en rastas. Igual ahora me vuelve a dar el ataque de escribir allí.
Un beso enorme, preciosidad...!

MIB dijo...

Precisamente... Narciso y Goldmundo fue, después de Demian y Siddhartha, el último libro de Hesse que leí... Me gustó mucho... quizá por esa búsqueda de identidad, de un lugar en el mundo, de una actividad que lo completara y lo hiciera feliz... En general eso es lo que me gustó de Hesse... pero este año empecé con El Lobo Estepario... y no pude... no pude terminarlo... se me atragantó triste y enroscado para una etapa de mi vida en la que necesitaba mayor liviandad mental....
Seguramente en otro momento El Lobo Estepario sea un buen compañero de viaje... eso pasa con los libros...
Ahora... lo de libros que pasean independientes en los buses.. y luego regresan a casa.... nunca me pasó!! jeje!

BEsos!!

yole dijo...

Un relato como de pesadumbre del vivir...Bautizar a la vida de odiosa, sí que es absurdo.

Gracias por tus palabras, sirena, ya sabes que siempre me gusta peinarte con peine de prosa...
Un beso nada, pero que nada prosaico.

Trenzas dijo...

MIB: Creo que los libros nos avisan de cuando es el momento de leerlos. Para un lector avezado, un libro que no se le entrega enseguida, que no se acaba de dejar leer, es la señal de que no es el momento de leerlo. Claro está que siempre estará aquel que NUNCA podremos acabar. A mí me pasa con varios y con uno en particular, que ya he comentado alguna vez que me sirve sólo cuando no puedo dormir :DD
A tí puede que no te pase, pero eso es porque no tienes alos libros provistos de callejeros para que sepan cómo regresar :DDD
Un abrazo, preciosa MIB

Trenzas dijo...

Yole: A mí me parece bastante normal en un niño de 11 años creer que la vida es odiosa :DD
La vida se aprecia más cuanto más te acercas al momento de dejarla.
Y Hesse siempre es un pelín melodramático :)
Una docena de besos y las gracias a ti. Siempre.

fractal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
fractal dijo...

Hesse fue un personaje en sí mismo, con una biografia bien completa. Es un autor que me agrada leer. Construye frases largas, muy bien estructuradas, es rico en el uso de palabras, y bueno en la descripción de las emociones.
Leí Sidhartha cuando era joven; me gustó muchísimo. También "El lobo estepario", aunque no llegué al final. Pero en varias ocasiones he retomado algunas páginas que me parecen excelentes.
Muy bueno "El caminant" -lo tengo en catalán- libro breve inspirado en la naturaleza, fruto de su época más contemplativa. Muy poético.


¿Por qué nos cuesta tanto perdonar? ¿Perdonar significa olvidar? ¿Y en este sentido, significaría indultar a quienes consideramos responsables de alguna acción punible?

Bon cap de setmana
(yo suprimí el comentario anterior)

Trenzas dijo...

Frac: Influenciado por la India, sin duda. Creo que el pensamiento budista influye de una o otra manera en los escritores que conozco y que han vivido allí parte de su vida o que tienen una experiencia próxima con ese país. Kipling, por ejemplo; a años luz en estilo y temática, pero también con una poesía interior que se trasluce en lo que escribe. Muchos escritores ingleses del siglo pasado tienen ese "algo" que te recuerda al Ganges :)
Creo que nos cuesta más aceptar el perdón. Es admitir que hemos cometido alguna falta y el perdón es la prueba irrefutable de ello.
El perdón tiene muchos matices, pero lo que no tiene es olvido, si la falta ha sido de las que duelen mucho. La única forma que a mí me funciona de olvidar las cosas que me molestan, es fingir que tal cosa no ha pasado y hacer todo lo posible por no recordarla ni nombrarla. No siempre puedo, también es verdad :DDD
Abraçades, amiga.