20 julio 2007

Tracy Chevalier




La joven de la perla
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Capítulo I. (fragmento)
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1.664



Mi madre no me avisó de que iban a venir. Luego me dijo que no quería que se me notara nerviosa. Me sorprendió, porque creía que me conocía bien. Los desconocidos siempre pensaban que era una persona tranquila. No me echaba a llorar como una niña pequeña. Sólo mi madre advertía la tensión en mi mandíbula, mis ojos aún más abiertos de lo que ya de por sí solía tenerlos.
Estaba picando las verduras en la cocina cuando oí voces en la puerta de la casa —una voz de mujer, brillante como latón bruñido, y otra de hombre, apagada y oscura como la madera de la mesa en la que estaba trabajando—. Eran un tipo de voces que raramente oíamos en nuestra casa. Imaginé espesas alfombras al oírlas, y libros y perlas y pieles.
Me alegré de haber fregado con un cuidado especial los escalones de la entrada.
Oí la voz de mi madre —un puchero hirviendo, un cántaro— aproximándose desde la sala. Venían hacia la cocina. Aparté los puerros que estaba cortando, dejé el cuchillo sobre la mesa, me limpié las manos en el delantal y apreté los labios para suavizarlos.
Mi madre apareció en el umbral, sus ojos dos señales de atención. Tras ella, la mujer tuvo que agacharse de lo alta que era, más alta que el hombre que la seguía.
En mi familia éramos todos bajos, incluso mi padre y mi hermano.
Parecía que la mujer venía de luchar contra un vendaval, aunque no soplaba ni la más leve brisa aquel día. Del sombrero torcido se le escapaban unos ricitos rubios que le caían sobre la frente, como abejas a las que en repetidas ocasiones hizo ademán de espantar. El cuello del vestido, además de descolocado, estaba falto de plancha y apresto. Se retiró por debajo de los hombros el manto gris, y vi que bajo el vestido azul marino una criatura crecía en su vientre. Como para final de año o antes.
Tenía la cara ovalada, como una bandeja, luminosa en unos momentos y apagada en otros. Sus ojos eran dos botones castaño claro, un color que yo apenas había visto unido al pelo rubio. Hizo como si me observara detenidamente, pero fue incapaz de fijar la atención en mí; su mirada saltaba de un rincón a otro de la habitación.
—Así que ésta es la muchacha —dijo bruscamente.
—Sí, ésta es mi hija, Griet —respondió mi madre. Yo incliné respetuosamente la cabeza, a modo de saludo.
—No parece muy grande. ¿Será lo bastante fuerte?
Cuando la mujer se volvió a mirar al hombre, rozó con el manto el mango del cuchillo con el que yo había estado cortando las verduras, que cayó y se puso a girar por el suelo.
La mujer dio un grito.
—Catharina —dijo el hombre con voz pausada. Pronunció su nombre como sí tuviera canela en la boca. La mujer se calló y trató de calmarse.
Yo me adelanté a recoger el cuchillo y, limpiando la hoja en el delantal, lo dejé sobre la mesa. Al caer, el cuchillo había movido un trozo de zanahoria. Lo devolví a su montón.
El hombre me miraba con sus ojos grises como el mar. Tenía una cara larga, angulosa, con una expresión imperturbable, en contraste con la de su mujer, que era tornadiza como la llama de una vela. No tenía ni barba ni bigote, y eso me gustaba, porque le daba un aspecto limpio. Llevaba una capa negra sobre los hombros, una camisa blanca y una fina gorguera de encaje. El sombrero ocultaba unos cabellos del color rojo de los ladrillos mojados por la lluvia.
—¿Qué estabas haciendo, Griet? —me preguntó.
Me sorprendió la pregunta, pero supe ocultar mi sorpresa.
—Picando las verduras para la sopa, señor.
Siempre colocaba las verduras formando un círculo en el que cada verdura ocupaba un segmento, como si fueran las porciones de una tarta. Había cinco: col roja, cebolla, puerro, zanahoria y nabo. Utilizaba la hoja del cuchillo para dar forma a cada porción y en el centro del círculo ponía una rodaja de zanahoria.
El hombre dio un golpecito en la mesa con un dedo.
—¿Están puestas en el orden en el que se echan a la sopa? —sugirió, estudiando el círculo.
—No, señor —dije dubitativa. No sabía explicar por qué había colocado así las verduras. Sencillamente las ponía como consideraba que debían ir, pero estaba demasiado asustada para decirle tal cosa a aquel caballero.
—Veo que has separado las blancas —dijo, señalando los nabos y las cebollas—. Y el naranja y el morado tampoco van juntos. ¿Por qué? —cogió un trocito de col roja y una rodaja de zanahoria y los agitó entre sus manos, como si fueran dados.
Yo miré a mi madre, que movió la cabeza en un leve gesto de asentimiento.
—Los colores se pelean cuando los pones juntos, señor.
Arqueó las cejas, como si no hubiera esperado esa respuesta.
—¿Y pasas mucho tiempo disponiendo las verduras antes de hacer la sopa?
—Oh, no, señor —contesté confusa. No quería que pensara que era una remolona.Por el rabillo del ojo percibí algo que se movía. Mi hermana, Agnes, estaba espiando junto a la puerta y había meneado la cabeza al oír mi respuesta. Yo no solía mentir. Bajé la vista.

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Comentario personal: Antes que nada, despejar algunas dudas sobre el nombre del autor de esta maravillosa pintura. Puede inducir a error el hecho de que pueda escribirse de tantas formas . Para eso os dejo un enlace y así no tecleo tanto.
Este es uno de los pocos casos en que una película complementa de manera perfecta, en mi opinión, una buena novela. Lo hace a través de una recreación perfecta de la época y sus personajes. O puede que ya no me sea posible separarlas porque lectura y película se sucedieron en pocos días. Tracy Chevalier escribió el guión para el film y así se conservó la peculiar atmósfera del libro, uno de los que más he disfrutado en los dos últimos años.
La autora: Nació en Washington, en 1966. Es autora de otros libros de éxito, aunque yo no he leído nada más que éste (no me fiaba de los títulos). "La Virgen Azul "y "La dama y el Unicornio" las he visto en escaparates. No sé si habrá otras. Chevalier, hizo un máster de escritura creativa en Inglaterra cuando se propuso escribir en serio. Se casó allí y creo que vive en Londres. Y no sé mucho más, salvo que su padre ha fallecido recientemente; en éste mes, me parece.

13 comentarios:

fractal dijo...

Oh, La joven de la perla! Con imagen incluída! Y mis casi lágrimas de emoción, Trenzas. Uf, si te contara todo lo que significa para mí este cuadro, así como toda la obra de Vermeer.
El fragmento de Chevalier que has seleccionado es una delicia para los sentidos. En la película, se reduce a un momento que pasa inadvertido, pero en el texto resulta memorable. Cuando he leído "mi madre no me avisó..." ya sabía lo que venía a continuación: "ojos grises como el mar", "cabellos del color rojo de los ladrillos" y la posterior sinfonía de colores en la cocina.
Una sutileza en consonancia con las atmósferas de Vermeer.

yole dijo...

Siempre me gustó la luz...
Hoy dejé una prosa grabada en el espejo...creo que no se parece a las demás. No sé. Si te acercas ya me dirás mi "emilio" lo tienes abierto...aprecio tu sentir, aunque eso ya lo sabías tú.
Un beso de tu peluquero peinador.

MIB dijo...

qué fragmento más espectacular!!!!!! una descripción completísimas... muy visual, muy detallada, muy expresiva... excelente!
No leí el libro... y creo que no vi la película... pero cada palabra de este texto muestran una pasión y una sensibilidad extrema en el personaje de la niña... Me dieron ganas de seguir "viendo" qué pasa y dónde se la llevan!

Frac... contate qué significa Vermeer para vos! daleeeeeeeee!!

Un saludo grande para tí amiga trenzas!!!
me alegra venir a los geranios! ;o)

Imagine Photographers dijo...

Jolin! pasar por aqui te acompleja y atrae a la vez...no se si podre leer toda la miel que me pones en los labios...pero con los fragmentos que dejas aqui colgaditos es como saborear la degustación del mejor restaurante del pais de los libros.
Este fragmento me parece de una descripción y dulzura exquisita, a la vez que parece que lo veas con tus propios ojos...Recordando unas palabras que deje caer en tu blog dias atras te diria que..." es un homenaje a un pintor con las dulces pinceladas de un escritor. Volvere a pasar para ver tu comentario personal.
muchos besos, Frankie

Anónimo dijo...

¡qué maravilla de retrato! y ¡qué buen libro!

Vermeer era un genio. en sus cuadros te puedes quedar horas y horas de contemplación, en cada detalle, cada trazo, cada color, todo esencia pura. Perfecta combinación de los colores que nunca se pelean entre ellos.

Trenzas dijo...

Frac: No podía escribir el post sin la imagen. Son indisolubles para mi, como ya he dejado dicho en el comentario :)
Me uno a MIB en ese ¡"daleeeee..! :)
Necesariamente, el guión debe limitarse y va al meollo de la historia; la realización del cuadro; sus desencadenantes, sus conflictos y el resultado.
Algunas obras de arte desencadenan en nosotros emociones que no podemos controlar. El estómago se hunde, el corazón se desboca, las lágrimas acuden sin control...
Es como si el pintor, el músico, el escultor, el poeta, te dijera: "Pensaba en ti cuando pinté, compuse, esculpí, escribí, esta obra. Y te la regalo"
Abraçades; moltes :)

Trenzas dijo...

Yole: He estado en el espejo; te escribo, pero no quiero hacerlo con prisas.
Con suerte, esta tarde.
Besos a docenas, peluquero peinador
:)

Trenzas dijo...

MIB: Ya lo has dicho todo :) Es así, exactamente: Visual, detallada, expresiva. Es el cuadro; es él quien provoca todo eso. Está en los ojos de la muchacha, en esos labios entreabiertos, en los pliegues del tocado, en la luz reflejada en la perla. La muchacha te mira y hay una súplica en esa mirada. Y no sé si dice "déjame en la inocencia" o todo lo contrario :)
Besos, preciosa.

Trenzas dijo...

SIGO MÁS TARDE. EL TRABAJO ME LLAMA A GRITOS :)

Trenzas dijo...

Imagine Frankie: Pocas veces, como en esta ocasión, se puede optar por leer la novela o alquilar la peli en el videoclub más cercano :)
Una frase acertada la del homenaje. Creo que una obra de arte lo es, plenamente, cuando desata la necesidad de interiorizarla. Y luego, se escribe una novela :DDD
Yo me acomplejo con vuestras fotografías. Estamos en paz. Y seguimos jugando :)
Un beso a cada uno.

Trenzas dijo...

Vuelo: De acuerdo todos, me parece.
:)
Aún traeré algo más relacionado con la pintura de J. Van der Meer. Y, por supuesto, también con el cuadro correspondiente al texto.
Es curioso pensar que lo que se tarda en reconocer los méritos de algunos pintores. ¡Cuántas pinturas se habrán perdido, de éste y de otros, por falta de ese reconocimiento! En fin; en este caso llegó tarde, pero bien.
Un abrazo, amiga

Imagine Photographers dijo...

Pues la peli la vi un día en la tele mientras hacia otras cositas sin apenas prestarle atención, hasta que vi una niña colocando en un plato las hotalizas que cortaba con delicadeza y por colores...me quede colgado hasta el final.... pero soy un desastre en estas cosas y no investigue nada sobre la película, desconocia que existia el libro y para colmo en Barcelona hubo una exposición temporal de artistas holandeses y no fui capaz de relacionar uno de los artistas de la expósixción con la película.....y entonces llegas tu y ...Zas...me das las pistas para cerrar el círculo:)))
Besos

Trenzas dijo...

Imagine Frankye: Lo que dices me recuerda lo cuidado que está el color en la película. Fue una de las cosas que más me impresionaron.
Y no sólo a mí, porque obtuvo 3 nominaciones al Oscar, 2 a los Globos de Oro y 10 a los Premios Bafta. Lo que no sé es si le dieron alguno de esos premios o no, pero la sola nominacion ya es, en si misma un premio. Muchos premios en este caso :)
Ideas, ideas... eso es lo que me gusta de este medio; que las ideas circulan y puedo aprender algo cada día.
Un beso...!