24 febrero 2007

Kazuo Ishiguro

Los restos del día
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(fragmento de la pág.44, en Anagrama. Col. Compactos)
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Había una historia que a mi padre le gustaba contar muy a menudo. Siendo yo niño, e incluso más tarde, en mis primeros años de lacayo bajo su supervisión, solía escucharle cuando la contaba a las visitas.
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Evidentemente, se trataba de una historia que para él significaba mucho. La generación de mi padre no tenía costumbre de analizar y discutir todo como hace la nuestra, por eso creo que la reflexión más crítica que mi padre llegó a realizar referente a su profesión fue esta historia que no dejó nunca de contar.
Al parecer, era una historia verídica sobre un mayordomo que había viajado con su señor a la India, donde le sirvió durante muchos años manteniendo entre el personal nativo el mismo nivel de perfección que había sabido imponer en Inglaterra.
Una tarde, como era habitual, nuestro hombre entró en el comedor para asegurarse de que todo estaba listo para la cena y descubrió que debajo de la mesa había un tigre moribundo. El mayordomo abandonó en silencio el comedor y se dirigió sin prisas al salón en que su señor tomaba el té con algunos invitados. Tosiendo educadamente, llamó la atención de su patrón y, acto seguido, acercándosele al oído, susurró:
-Discúlpeme, señor, pero creo que hay un tigre en el comedor. ¿Me permite que utilice el rifle?
Y, según dicen, unos minutos depués, el patrón y sus invitados oyeron tres disparos; cuando algo más tarde el mayordomo volvió a aparecer en el salón para rellenar las teteras, el dueño de la casa le preguntó si todo estaba en orden.
-Perfectamente, señor. Gracias -fue la respuesta -. La cena será servida a la hora habitual, y me complace decirle que no quedará huella alguna de lo ocurrido.

4 comentarios:

Robertö dijo...

Tengo que reconocer que me caen mejor los tigres que los ingleses. Y posiblemente me sintiera más a gusto frente a uno siberiano que frente a Tony Blair.

Quería, Trenzas (no me acostumbro a llamarte así), que conocieras a Juceca, alguien que me inspiró muchísimo y me hizo reir a carcajadas cientos de veces.
http://www.uruguaytotal.com/juceca/anterior.php?id=52

Trenzas dijo...

Robertö; comparto tu simpatía por los tigres. Por no decir que un siberiano es infinitamente más guapo que Tony Blair :)
Tienes permiso para llamarme Verbena o Verby, si lo prefieres. Sabré que te diriges a mí :)
Muchas gracias por el enlace. Ya lo tengo en favoritos y seguro que lo leo. Siempre es bueno saber por donde van las letras en otros lugares.
Un abrazo bien grande.

Anónimo dijo...

y verb?
:))

Juceca era un ser humano entrañable, no era lo que se dice un escritor, era más bien un contador de cuentos.
Murió hace poquitos años.
Estoy seguro de que te va a gustar, porque a mi me ha influído mucho. Y yo te gusto mucho a ti (lo que escribo, claro). :p

Trenzas dijo...

Robertö; tú me gustas mucho :D
Si me gustabas cuando tenías la cara llena de letras, imagina ahora que dices que ya no tienes :)
Y las letras que no están en tu cara, sino en el papel o en el blog, lo mismo. Iré a Juceca y veré cuanto te influyó.
Verb también me vale :)
Un abarzo grandote