05 febrero 2007

Kenzaburo Oé

La Presa
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(fragmento de las páginas 59 y 60, en la edición de Anagrama, colección "quinteto")
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Pero de repente el soldado estiró el brazo -un brazo increíblemente largo -, alzó entre sus gruesos dedos, cuyas falanges estaban erizadas de pelos, la botella de ancho gollete, se la acercó y la olió. Después la inclinó, abrió sus labios como de caucho, descubrió dos perfectas hileras de dientes fuertes y deslumbrantes, cada uno en su sitio exacto igual que las piezas de una máquina, y vi cómo la leche caía en las profundidades rosadas y relucientes de su amplia garganta. La nuez del negro cloqueaba como un desagüe cuando chocan en él el agua y el aire. Por las dos comisuras de la boca, que daba la penosa sensación de ser una fruta demasiado madura estrangulada por un cordel, la leche grasienta se desbordaba, bajaba a lo largo del cuello, mojaba la camisa abierta, caía por el pecho y se inmovilizaba en la piel pegajosa con reflejos oscuros en forma de gotas viscosas como la resina que temblequeaban. Descubrí, en medio de la emoción que me resecaba los labios, que la leche de cabra era un líquido extraordinariamente hermoso.
Ruidosamente, con un gesto brusco, el soldado negro devolvió la botella a su cesta. Ahora su vacilación del principio había desaparecido por completo. Hacía rodar entre sus enormes manos las bolas de arroz, que parecían minúsculos pastelillos; trituraba el pescado seco, incluídas las espinas, con sus mandíbulas de dientes deslumbrantes. Pegado a la pared al lado de mi padre, me sentía lleno de admiración ante aquella poderosa masticación de la que no se me escapaba nada. El soldado negro estaba absorto por la comida, y no prestaba la menor atención a nuestra presencia; yo podía estudiar, pese a los esfuerzos que hacía para acallar los rumores de mi estómago, sí, estudiar (aunque con el pecho algo oprimido), la soberbia "presa" de los hombres de la aldea. ¡Sí, era realmente una "presa" soberbia!
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El escritor japonés K. Oé, mereció el Nobel de Literatura en 1994. Esta obra maestra de apenas 100 páginas, cuenta como, durante la guerra del Pacífico, un avión americano se estrella cerca de una aldea de cazadores en las montañas de Japón. El único superviviente es un soldado negro. Contada por uno de los niños protagonistas, la historia resulta una experiencia a caballo entre el temor y el asombro ante lo desconocido. La llegada de "la presa" altera el ritmo de los días que han conocido hasta ahora y transforma la percepción de las cosas, dando entrada a lo mágico y extraordinario.

8 comentarios:

fractal dijo...

Concozco mejor la vida que la obra de Oé. Le admiro.

Trenzas dijo...

fractal; pues yo no no sé apenas nada de la vida de Oé, pero me gustan sus novelas, especialmente ésta.
Otra cosita: Teresa me ha dicho que le ponían agua de colonia en vez de agua normal al jabón. Mejor si haces una prueba pequeñita, porque no te garantizo que recuerde todo tan bien :)
De todas formas, he encontrado ésto en la red:
http://www.karlosnet.com/Foro/viewtopic.php?t=27846

http://www.mundorecetas.com/recetas-de-cocina/recetas-postt3634.html

En la segunda, dice que para el de tocador, se debe hacer con aceite limpio y añadir infusiones o algo así.
Bueno, me cuentas :)
Abrazos, amiga

fractal dijo...

La vida de Oé queda marcada para siempre con el nacimiento de un hijo disminuido psiquico. Hoy es un intérprete de piano. Pero las luchas y los demonios que supuso este trauma le amargaron durante un tiempo.


Ok, probaremos con agua de colonia. No es una idea descabellada, para nada. Gracias por la información y el enlace.

Anónimo dijo...

Había bajado algún libro de kenzburo para ver como escribía un premio nobel pero nunca tengo tiempo para leer ficciones. Gracias a vos pude saber algo de él. Me gusta mucho esta página. Ya te lo había dicho.
Mi vida se parece a una ficción la mayor parte del tiempo.
Un abrazo Trencitas.

Trenzas dijo...

Liter-3; ¡Bufff...! Ya imagino lo que supone eso en la vida de una persona y de una familia. ¿Intérprete de piano..?
¡Cuánto esfuerzo debió significar..!
Vale; prueba y me cuentas. Igual me animo yo también y hago jabón en casa.
Abrazos y cariños.

Trenzas dijo...

Robertö; querrás decir como escribe un Premio Nobel japonés :)
No me digas a mí, que no tienes tiempo para leer ficciones. ¿O es que Prometeo era tu vecino y el águila su mascota?
Yo te veo bastante real :)
Me encanta tenerte por aquí, ya lo sabes.
Un abrazo muy grande.

Sahndrah dijo...

De Oé no he leído nada,aunque se que es muy apreciado entre los aficionados al fútbol...lo se,es un comentario que merecería el destierro de este blog pero...no lo he podido evitar.
Bueno,no conocía Oé, aunque soy muy aficionada a Japón y sus tradiciones (¿conoces el Libro del Samurai (Hagakure)?).He disfrutado con el fragmento.

Trenzas dijo...

Sahndrah; así se las ponían a Felipe II ¿no?. A tiro de chiste
:DDD
Te desterraré un par de minutos. Espero que sea suficiente :)
Aparte de saber que significa "oculto bajo las hojas" o algo así, el otro día estuve leyendo un artículo sobre el bushido y el código de honor de los samurai. Recordé que tenía en alguna parte la historia de los 47 Ronin y le di un repasito. Me gusta el tema de los guerreros, afición heredada de mi padre que, aunque odiaba las guerras en general, le encantaba estudiar las estrategias, los uniformes y las armas, desde las guerras del Peloponeso hasta Napoleón. Luego ya, como que las sentía demasiado próximas y no disfrutaba tanto :)
Si tienes ocasión, lee el libro entero. Es una preciosidad.
Un beso grande