27 mayo 2007

Anthony Burgess

La naranja mecánica
78
Capítulo I (fragmento)
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-¿Y ahora qué pasa, eh?
Estábamos yo, Alex, y mis tres drugos, Pete, Georgie y el Lerdo, que realmente es lerdo, sentados en el bar lácteo Korova, exprimiéndonos los rasudoques y decidiendo qué podríamos hacer esa noche, en un invierno oscuro, helado y bastardo aunque seco. El bar lácteo Korova, un mesto donde servían leche-plus, y quizá ustedes, oh hermanos míos, han olvidado cómo eran esos mestos, pues las cosas cambian tan scorro en estos días, y todos olvidan tan rápido, aparte de que tampoco se leen mucho los diarios. Bueno, allí vendían leche con algo más. No tenían permiso para vender alcohol, pero en ese tiempo no había ninguna ley que prohibiese las nuevas vesches que acostumbraban a meter en el viejo moloco, de modo que se podía pitearlo con velocet o synthemesco o drencrom o una o dos vesches más que te daban unos buenos, tranquilos y joroschós quince minutos admirando a Bogo y el Coro Celestial de Ángeles y Santos en el zapato izquierdo, mientras las luces te estallaban en el mosco. O podías pitear leche con cuchillos como decíamos, que te avivaba y preparaba para una piojosa una-menos-veinte, y eso era lo que estábamos piteando la noche que empieza mi historia.
Teníamos los bolsillos llenos de dengo, de modo que no había verdadera necesidad de crastar un poco más, de tolcochar a algún anciano chevoleco en un callejón, y videarlo nadando en sangre mientras contábamos el botín y lo dividíamos por cuatro, ni de hacernos los ultraviolentos con alguna ptitsa tembleque, starria y canosa en una tienda, y salir smecando con las tripas de la caja.
Pero como se dice, el dinero no es todo en la vida.
Los cuatro estábamos vestidos a la última moda, que en esos tiempos era un par de pantalones de malla negra muy ajustada, y el viejo molde de la jalea, como le decíamos entonces, bien apretado a la entrepierna, bajo la nalga, cosa de protegerlo, y además con una especie de dibujo que se le podía videar bastante bien si le daba cierta luz; el mío era una araña, Pete tenía una ruca (es decir, una mano), Georgie una flor muy vistosa y viejo Lerdo una cosa bastante fiera con un litso (quiero decir, una cara) de payaso, porque el Lerdo no tenía mucha idea de las cosas y era sin la más mínima duda el más obtuso de los cuatro. Además llevábamos chaquetas cortas y muy ajustadas a la cintura, sin solapas,con esos hombros muy abultados (les decíamos plechos) que eran una especie de parodia de los verdaderos hombros anchos. Además, hermanos míos, usábamos esas corbatas de un blanco sucio que parecían de puré o cartófilos aplastados, como si les hubieran hecho una especie de dibujo con el tenedor. Llevábamos el pelo no demasiado largo, y calzábamos botas joroschós para patear.
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Comentario personal. No entendí nada de ésta novela cuando la leí por primera vez. Y la culpa no la tenía el argot; eso lo entendí. Lo que no me entraba en la cabeza era la violencia que rezumaba. O mejor explicado; la sinrazón de esa violencia que no tiene final y que ejercen todos contra todos. La película, me deslumbró y, aún medio cegada por el fogonazo de S. Kubrick, volví a leerla. Esta vez todo estaba meridianamente claro.
Enlace. Una mínima explicación de esta obra, si no la conocéis, me llevaría toda una tarde y no llegaría a explicarla como lo hace este enlace de Wikipedia:
Ahí está todo; desde los motivos de Burgess para escribirla, hasta el lenguaje nadsat, que hablan los protagonistas de la novela, también inventado por Burgess y su traducción al español. Aunque ésto último, no me parece necesario.

6 comentarios:

Elena Casero dijo...

Una de las películas donde peor lo pasé. ¡cómo sufrí con aquella violencia!

Montse dijo...

esa película me gustó tantísimo que la vi 2 o 3 veces, en su día. Me compré la banda sonora, también. Uno de los pasajes que más me conmocionó fue el de la supuesta terapia para con los violentos, obligándolos a ver escenas violentas, de torturas y de guerra mientras suena la Novena Sinfonía de Beethoven.

Algo que me llenó de horror fue la escena del asesinato de la mujer, aplastándole la cara con la escultura fálica... en realidad era una buena película que te hacía reflexionar ante tanta violencia.

No sé si sirvió de algo...

Un beso, Trenzas, no te conocía esta página, será que siempre voy deprisa por el mundo, incluída la blogosfera. Deberé tener más cuidado.

Trenzas dijo...

Escriptorum54: ¡Sí, sí...! ¡Uffff...! Leí antes la novela, pero no me podía imaginar el contexto, el ambiente en que se mueven los personajes. No lograba meterme por entero en ella hasta que vi las imágenes.
Terrible película..!
Abrazos y cariños :)

Trenzas dijo...

Arare: ¡Hola, reina mora...!
Tengo lapeli en DVD. La compré no hace mucho y la puse en cuanto llegué con ella a casa. Me impresionó tanto como la primera vez que vi. Y de eso hace bastante ya :)
La violencia es horrible por parte de todos. Y el desconcierto. Y no, no creo que sirviera de mucho. NO hay más que remitirse a la crónica de sucesos de cada día :(
No hay tiempo para ver todo Arare :)
¡Qué más quisiéramos que eso fuera posible...!
Molts petons, allà on siguis :)

fractal dijo...

eeeeeeeh! ¿No sabéis que no hay dos sin tres, y más si se trata de las Liter's?
Malditas, aquí hay una fiesta y no me invitáis: yo también quiero zumo de naranja mecánica!

Trenzas dijo...

Frac: ¿Con tornillos o sin tornillos el zumito...? :)
Creo que no te han dicho nada porque no había cava a la vista.
:DDD
Es verdad que estáis todas aquí ¡guay...!
Abrazos y cariños, amiguetes.