La Verdad
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(frag. de conferencia. 1937)
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Verdad... Esta palabra tiene un encanto incomparable. Parece prometer lo que verdaderamente nos llega con ella. La infracción de la verdad envenena todo lo que se haya podido ganar mediante tal infracción.
La verdad puede provocar dolor, puede llevarnos a la desesperación. Pero puede satisfacernos profundamente -sólo mediante el ser verdad, independientemente de su contenido-, pues la verdad existe.
La verdad alienta; una vez que se ha comprendido, surge el impulso de seguirla irresistiblemente.
La verdad sostiene: existe en ella una indestructibilidad que la une al ser.
Pero qué sea la verdad que nos atrae tan fuertemente -no una verdad determinada, sino la verdad como tal-, esta es la cuestión.
La verdad existe -así pensamos, como si ello fuera evidente-. Oímos y expresamos verdades sobre cosas, acontecimientos y realidades que para nosotros están fuera de duda. Incluso confiamos en que la verdad se impondrá en el mundo.
Sin embargo, quedamos sorprendidos: difícilmente se observa una segura presencia de lo verdadero.
Las expresiones corrientes, por ejemplo, son, en su mayor parte, expresiones de la necesidad de un punto de apoyo; se prefiere mucho más una opinión fija, que nos libere de ulteriores pensamientos, que el peligro y la fatiga de un incesante y continuo pensar. Lo que se dice, además, es impreciso en su claridad aparente, y constituye, ante todo, la expresión de encubiertos intereses del existente. En la vida pública se confía tan poco en lo verdadero entre los hombres que, a veces, es preciso recurrir a un abogado para hacer prevalecer una verdad.
La pretensión de poseer la verdad se convierte también en un medio de lucha para que prevalezca lo falso. Los casos favorables de la verdad, y no el ser-verdad como tal, son los que parecen decisivos. Y al fin surge algo inopinado que la hace sucumbir.
Todos estos ejemplos de verdad deficiente, en el campo sociológico y psicológico, no requieren referencia alguna al ser-verdad en cuanto tal el ser verdad es válido en sí mismo y está separado de su realización. Sin embargo, la existencia de un ser-verdad en sí también puede llegar a ser dudosa. La experiencia de la imposibilidad de un acuerdo sobre lo verdadero -a pesar de todo deseo de claridad explícito y de toda abierta disposición-, especialmente allí donde el contenido de esta verdad es tan esencial para nosotros que todo parece basarse en él, porque es el fundamento de nuestra fe, puede convertirse en motivo de duda de la existencia del ser-verdad. Es posible que lo verdadero, debido a su naturaleza, pueda sustraerse a la univocidad y unanimidad de las afirmaciones.
Verdades que dominan en la vida, y de las que muchos no pueden dudar, resultan falsas para otros. Oímos en nuestro mundo occidental afirmaciones categóricas de origen esencialmente distinto y divergentes las unas de las otras, y el rumor estruendoso de sus explosiones en fenómenos colectivos resuena a través de los siglos.
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Comentario. Bajo el título de "Filosofía de la existencia", Jaspers publicó, en 1938, una serie de conferencias que había impartido durante el año anterior. Martin Heidegger y Karl Jaspers, están considerados las figuras centrales del existencialismo alemán que tiene su contrapartida francesa en Gabriel Marcel y Jean Paul Sartre. Pero la comparación entre los pensamientos existencialistas de los dos países no gustaba a Jaspers y afirmó, en una edición revisada del libro citado, en 1956, que "las cosas más heterogéneas se ven como idénticas" en virtud de la simplificación a que se había visto abocada la expresión "filosofía de la existencia".
El autor. Karl Theodor Jaspers, nació en 1883. Médico psiquiatra, publicó su "Psicopatología general" en 1913, pero poco a poco va decantando su interés hacia la filosofía. Casado con una judía, en 1933 se ve apartado de los puestos de dirección de la Universidad de Heidelberg, aunque se le permite seguir enseñando. En 1946, publica "¿Es Alemania culpable?" , donde expone la necesidad de que el pueblo alemán reconozca la parte de su culpa en los horrores de la II G. Mundial y en 1966, critica, en otra obra, la tendencia oligárquica de los grandes partidos políticos alemanes. Esta actitud suya le enemista con la clase política alemana y decide adoptar la nacionalidad suiza. Se instala en Basilea, y allí residirá hasta su muerte en 1969. No hace falta decir, que su obra es mucho mayor y mucho más compleja que la aquí reseñada y que, en lo personal, fue un hombre valeroso que no ocultó su sentido de la Verdad y que, por ello, pagó un alto precio.
5 comentarios:
uy! entonces era cierto, mayo viene con más tiempo... Que bien!
Parece que yo me quedé sin el mío!
Allá voy, un par de posts más abajo, pq quedaron pendientes unos comentarios.
No conocía yo a este hombre pero me gusta su razomiento sobre la verdad. La verdad que parece indefensa. La verdad de tantas caras y tantos colores.
Un beso
La verdad... ¡ya tenía ganas de comentar este post!
La verdad es que durante un tiempo, no muy lejano, le tuve manía a esta expresión. Hasta el extremo de que, cuando terminaba un relato, corregía todas "la verdad". Lo suprimía por "de veras", "mi verdad", "su verdad", "lo cierto es que"...
No creía en la verdad como tal. No sé ahora. Creo que ya me da igual, pero sigo manteniendo una relación distante con esta expresión.
Te deseo buen día, tiempo y salud. De veras.
Bye
Frac: Bueno, pues ya ves que no tengo tanto tiempo :(
Debe ser "verdad" el refrán "el hombre/mujer propone y Dios dispone"
En cuanto a tu segundo comentario sobre las ideas de Jaspers sobre la verdad, supongo que podríamos estar de acuerdo, entendiendo que "Verdad" es un concepto abstracto. Pertenece a la conciencia que cada uno tiene de las cosas que no son materiales y dependerá, en gran medida, del criterio que hayamos adoptado como propio.
Podemos tildar de verdaderos conceptos que a otro le parecerán, definitivamente, falsos.
Y en el plano personal, en nuestras verdades cotidianas, como dependemos de la memoria y de las emociones, podemos tener como nuestra una "verdad variable" sin que sepamos que estamos modelándola a nuestro presente y circunstancia.
Pero debe de haber alguna "verdad" incontestable que, tal vez, habría que buscar en nuestros genes y en esa "memoria colectiva" que nos alimenta.
Creo que, excepto fanáticos, todos tenemos alguna prevención hacia eso que hemos dado en llamar "la verdad"
Abrazos y cariños, amiga
Escriptorum: La filosofía tiene la capacidad de poner en nuestros ojos las miradas de otros.
Nos obliga a pensar en diferentes maneras de ver las mismas cosas, nos ensancha el horizonte, en frase manida pero certera.
La verdad está indefensa, es cierto, porque cada grupo o persona sólo defiende la suya.
Y va a seguir siendo así, me temo. Y me alegro también. Así no tengo que convertirme al Islam, pongo por caso :)
Abrazos y cariños, amiga
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