02 enero 2009

Anónima

Una mujer en Berlín
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Martes, 1 de Mayo de 1945, tres de la tarde, retrospectiva del sábado, domingo y lunes.
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El sábado por la mañana, el 28 de abril, fue la última vez que escribí. Han pasado tres días desde entonces tan colmados de sucesos, de cosas increíbles, de imágenes, miedos, sensaciones, que no sé por donde empezar, qué decir. Estamos con el agua al cuello, hundiéndonos cada vez más profundamente. El minuto de vida está encareciéndose. La tormenta está pasando por encima de nosotros. Hojas trémulas en el vórtice del torbellino, no sabemos a donde nos arrastrará.
[...] El viento silba a través de las ventanas tapadas míseramente con cartón, tira violentamente de los trozos sueltos haciéndolos martillear, y deja penetrar la luz del día como si se tratara de la luz de una antorcha. Tan pronto hay luz como oscuridad en la habitación; hace un frío de muerte.
[...] De fuera nos llegan sonidos rusos. Iván habla con sus rocines. Con los caballos son mucho más amables que con nosotros. Sus voces adquieren entonces acentos cálidos. Con los animales hablan en un tono verdaderamente humano. A veces ascienden vahos con olor a caballo. Tintineo de cadenas. En algún lugar hay alguien tocando el acordeón.
[...] Hace media hora entró un desconocido, muy terco, que me quería para él. Lo echaron. Gritó en tono amenzador: "Volveré"
¿Qué significa violación? Cuando escuché esa palabra en voz alta el viernes por la noche en el refugio, me recorrió un escalofrío por toda la espalda. Ahora ya puedo pensar en su significado, la puedo escribir sin que me tiemblen las manos. La pronuncio para mí, para acostumbrarme a su sonido. Suena a lo más extremo imaginable, pero no lo es sin embargo.
El sábado a mediodía, a eso de las tres, había dos soldados golpeando la puerta principal con los puños y las armas. Vociferaban como salvajes, aporreaban la madera a patadas. La viuda abrió. Teme por su cerradura. [...] Uno de ellos me agarra, me lleva a la habitación que da a la calle después de quitar de en medio de un empujón a la viuda. El otro se planta junto a la puerta principal, tiene a la viuda en jaque, sin decir palabra, amenazándola con el fusil sin tocarla.
El que me empuja es un hombre entrado en años con la barba ya casi cana. Huele a aguardiente y a caballo. Cierra la puerta tras de sí accionando cuidadosamente el picaporte. Al no encontrar ninguna llave en la cerradura, arrastra el sillón contra el entrepaño de la puerta. Parece no ver para nada a la presa. Tanto más terrible así el empujón con que la arroja al lecho. Cerrar los ojos, apretar fuertemente los dientes.
Ni un sonido. Sólo cuando se desgarra la ropa interior con un crujido, mis dientes rechinan involuntariamente. Eran las últimas bragas intactas.
De pronto siento unos dedos en mi boca, olor pestilente a jaco y a tabaco. Abro los ojos de golpe. Hábilmente, esas manos me tienen inmovilizada la mandíbula abierta. Cara a cara. Entonces, el que está encima de mí deja caer lentamente en mi boca la saliva acumulada en su boca.
Me quedé petrificada. No era asco, sólo frío. La columna vertebral se congela, un vértigo glacial me da vueltas en el cogote. Me siento resbalar y caer, profundamente, a través de las almohadas y de las tablas del suelo.
Sumergirse en el suelo..., así que es eso.
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Comentario: En 1954, en Norteamérica, se publicaron por primera vez estas memorias que abarcan los meses de abril, mayo y junio de 1945. Nunca se ha revelado el nombre de la autora, pues las pocas personas que lo sabían ( tal vez quede alguna que lo sepa, pero calla) han muerto ya y fueron ellas las que también dieron cuenta de la muerte de esta cronista excepcional de la que sí sabemos que falleció en 2001. La toma de Berlín por los rusos y el calvario que soportaron sus habitantes, muy especialmente las mujeres, quedan perfectamente reflejados en estas páginas. El hambre, el miedo, las pequeñas y grandes infamias entre iguales, el egoísmo, la heroicidad, el desamparo y todas las emociones y actitudes posibles en los seres humanos, aparecen en estas páginas, dejando en manos de los hombres y mujeres que les seguirán la responsabilidad de evitarlo en el futuro. Ya sabemos que aquella fue una lección no aprendida, por desgracia. Con todo y que los hechos que relata son escalofriantes, no hay odio en estas páginas. Violada múltiples veces, como la mayoría de las mujeres en aquella circunstancia, aprende a sobrevivir, ofreciéndose a quien mejor pueda proteger su integridad. Busca a los oficiales, pero pronto sabe que el ejército ruso no se rije por las mismas normas que el prusiano.
Hay momentos que, metida en esa locura, son incluso dulces y apacibles y alguno casi cómico. De dónde sacó esta mujer, de la que sí sabemos que había viajado mucho y estaba relacionada con el mundo editorial, o con la prensa, el valor para contar lo que cuenta y del modo que lo cuenta, no puedo ni imaginarlo.
En definitiva: un libro absolutamente imperdible, publicado en la colección "quinteto" de Anagrama, una edición económica de bolsillo. Los 8 euros mejor empleados del año en esta partida presupuestaria.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yes, lo leí, y mira tú que no me acrodaba... mil gracias. Tremenda la historia de supervivencia en aquel momento tremendo...y , pues sabes, las mujeres sostenemos, sostienen, las épocas de abismos con la habilidad suficiente como para mantener lo que los hombres destruyen en los frentes. Cosas !
Las mujeres en África, ahora, en Congo por ejemplo en conflicto, son las sustentadoras de lo que queda de sociedad, las que dan de comer y cuidan de las generaciones anteriores, de los hijos... Economistas, generadoras, protectoras, y luego resulta que los supervivientes son ellos, juassss.

Besazso amiga, me preparo para 2009 con este ejemplo, yepa, a sobrevivir con los polluelos.

Muasc!!!

Ah, y me he cambiado de casita: ahí te dejo la nueva dirección. Másmuasc

MentesSueltas dijo...

Hola amiga, pasaba a dejarte un fuerte abrazo y mis mejores deseos para este año que ya tiene un par de dias... mucha energia y paz interior.

MentesSueltas

PD: Una buena idea el libro para mis proximas vacaciones... gracias

Trenzas dijo...

Pilar; Una excelente crónica, sin duda. Y como dices, viene a demostrar que somos mucho más capaces de soportar lo que nos echen que el sexo fuerte. Me dispongo a releerla ya mismo, más que nada para dejar de quejarme por las cosas nimias y tratar de que me resbalen las "pequeñas infamias" :)
Ya fui a ver tu nueva casa. Me ha gustado lo clarito que se ve todo :)
Luego vuelvo, si me queda tiempo.
Un super besazo, preciosa.

Trenzas dijo...

Mentes sueltas: ¡Muchas gracias y lo mismo deseo para ti, querido amigo!
Es un libro excelente. Espero que si logras encontrarlo y lo lees, te guste tanto como a mi.
Un abrazo muy fuerte.

fractal dijo...

La historia se repite, porque creemos que el límite de la dignidad es elástico; y lo movemos a voluntad; encontramos siempre una justificación para situarlo donde más nos conviene. Incluso, podemos borrarlo, hacerlo desaparecer por completo. Lentamente. O por la fuerza bruta... es tan fácil reducir a un ser humano.
Si hoy leyera este libro, creo que me caería de las manos.

Un petó, i bona entrada d'any.

Trenzas dijo...

Frac: Y lo creemos porque es así, por más que duela. Si la protagonista, o el resto de personas de las que habla, hubieran elegido mantener su dignidad, nunca se habria escrito este libro, ni muchos otros sobre temas parecidos. Priva la supervivencia; y luego está quien lo esconde y quien tiene el valor de reconocerlo, sin buecar para ello más justificación que la evidente.
Por eso este relato llega tanto.
Tampoco me quedan dudas sobre el hecho de que, sin llegar a estos extremos, es fácil, como dices, reducir a un ser humano a poco más que nada.
Sin embargo, la autora, consiguió salir del pozo. En ese sentido, es una luz a seguir.
Val; no el compris encara :)
Molts de petonets i abraçades, nena