La huída hacia el interior
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A pesar del primitivismo físico y mental impuestos a la fuerza, en el campo de concentración aún era posible desarrollar una profunda vida espiritual. Las personas de mayor sensibilidad, acostumbradas a una rica vivencia intelectual, sufrieron muchísimo (su constitución era endeble y enfermiza), sin embargo, el daño infligido a su ser íntimo fue mucho menor, al ser capaces de abstraerse del terrible entorno y sumergirse en un mundo de riqueza interior y de libertad de espíritu. Sólo así se explica la aparente paradoja de que, a menudo, los menos fornidos parecían soportar mejor la vida en el campo que los de constitución más robusta.
Para aclarar esta cuestión me veo de nuevo obligado a recurrir a mi experiencia personal. Contaré la serie de rutinas que se repetían cada mañana, antes del alba, cuando nos dirigíamos andando hacia el lugar de trabajo.
Las órdenes sonaban chillonas: "¡Atención, destacamento adelante! ¡Izquierda, 2,3,4! ¡El primer hombre, media vuelta a la izquierda, izquierda, izquierda,izquierda! ¡Gorras fuera!"
Todavía retumban en mis oídos esas palabras. A la orden de ¡Gorras fuera! atravesábamos la verja del campo, mientras nos enfocaban con los reflectores. Quien no desfilara con marcialidad recibía una patada, pero peor suerte corría aquel que, para protegerse del frío, se calaba la gorra hasta las orejas antes de recibir el permiso pertinente.
La oscuridad del alba nos hacía caminar a tientas, y así tropezábamos con las piedras y pisábamos los charcos de aquella única carretera de acceso al campo. Los guardianes nos conducían a culatazos de sus rifles sin dejar en ningún momento de chillarnos. Los que andaban con los pies llagados se apoyaban en el brazo de su vecino. Apenas se oía una palabra entre nosotros porque el viento helado no propiciaba la conversación. Con la boca protegida por el cuello de la chaqueta, el hombre que marchaba a mi lado me susurró de improviso: "¡Si nuestras mujeres nos vieran ahora! Espero que ellas estén mejor en sus campos y desconozcan nuestra situación"
Sus palabras avivaron en mí el recuerdo de mi esposa.
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Este capítulo, completo, pertenece al libro "El hombre en busca de sentido", que estoy leyendo ahora. Como superviviente de los campos de concentracion nazis y en su calidad de psiquiatra, el libro resulta esclarecedor, aunque terrible por esa misma lucidez. Os dejo este enlace por si aún no lo conocéis.
7 comentarios:
Uy! Sí lo he leído... es un libro que mi madre siempre tuvo en su mesa de luz... pequeño, de tapa amarilla... me llamó la atención el título... y me cautivó el libro... cómo a partir del dolor y una situación tan adversa este tipo se propone sobrevivir, aprender y crecer, encontrando motivos en pequeños milagros de la vida... el arte, la naturaleza, el humor, el amor, los recuerdos...
un libro de esos que te enseñan... escrito por otro queso emmental...
Después me cuentas qué tal...
MIB; el libro es magnífico, sin duda.
Aunque ya hemos leído mucho sobre el tema, éste tiene el valor de ver el horror casi "en positivo"
No me extraña que sus enseñanzas dieran lugar a la Tercera Escuela de Viena, que parece ser la capital generadora de psiquiatría por antonomasia :)
Y que haya tenido la aceptación que ha tenido su forma de encarar los conflictos mentales. Al final de este volumen que yo tengo, hay un largo apéndice sobre la Logoterapia y su influencia en la nueva psiquiatría.
¡Tarde...! Luego sigo un poco más.
Besos
No he leído el libro, por eso quería preguntaros si en él se explica como la supervivencia en los campos de concentración era posible sólo si se renunciaba a buscarle la lógica a la situación. Eso evitaba la locura y pósibilitaba seguir con esperanzas...
Y aunque no venga al caso, quería comentar que los Reyes Magos, o en mi caso Reinas Magas, existen (me parece que hago como los niños: no pregunto y creo en todo), y me trajeron "Un saco de canicas" y "El guardián entre el centeno". O sea que mi biblioteca luce bastante más bonita y yo también (a su lado, claro). Leeré con mucha ilusión ambos libros.
hola liter.. no es que dijera que sólo se podía sobrevivir si se renunciaba a buscarle la lógica... todo lo contrario... es encontrarle el sentido a la vida en cuestiones minúsculas, en reminisencias del arte, la libertad, el humor, lograr que el mundo interior sea autorevelador ante la adversidad de las circunstancias externas... encontrarle un sentido a la propia existencia aún en situaciones inaguantables como las del extremo sufrimiento... El libro te deja con esa sensación con la que te dejan las experiencias cercanas a la muerte... como una suerte de valoración de lo esencial en la vida... pero de esas cosas ustedes dos sabrán muchísimo mejor que yo..
Liter! Hay que creer en los reyes magos!! si por algo son magos!!! Ya nos contarás qué tal la lectura!
Besos a las dos!
Buenos días, amiguitas..!
Ayer el señor Blogger no me dejó escribir más. Error 403, según él, pero creo que se queda corto...
Esas Reinas Magas, vas a tener que presentárnoslas, Liter, que yo tengo unas cuantas peticiones acumuladas :D
Hora de irme. Si me deja, ya sabéis quién, amplío a Frankl, con otro capítulo y seguimos comentando.
Hasta luego..!
La verdad es que dan ganas de seguir leyendo y leyendo. ¡es impresionante!
Bueno; a ver si puedo hacer un resumen.
En un cierto sentido, sí que se renuncia a la lógica para sobrevivir, pero a la lógica tal y cómo se había entendido hasta ese momento.
Al entrar en en esa otra situación, se crea una nueva lógica, que no es otra cosa que la falta de lógica. No hay lógica para el castigo ni para el premio. No importa si trabajas bien o mal, si has comido o no, si puedes andar o no. "Tienes" que seguir o te matarán. Resistir para vivir es la lógica única. Para morir, hay otras.
Por eso, como dice MIB, lo que hace el que quiere sobrevivir, es agarrarse a su interior, a su libertad de espíritu, a sus recuerdos y a su curiosidad.
Os dejo unas cuantas frases, en el próximo post, que dirán mejor que yo todo esto.
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