23 noviembre 2006

Cesare Pavese

El Camarada
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Capítulo I
(fragmento)
*
Me llamaban Pablo porque tocaba la guitarra. La noche que Amelio se rompió el espinazo en la carretera de Avigliana, yo había ido con tres o cuatro a una merienda en la colina -no muy lejos, se veía el puente - y habíamos bebido y bromeado bajo la luna de setiembre, hasta que por culpa del fresco tuvimos que cantar dentro. Yo tocaba -Pablo esto, Pablo aquello -, pero no estaba contento, siempre me ha gustado tocar con alguien que entienda, pero aquellos sólo querían gritar más fuerte. Todavía toqué la guitarra yendo para casa y alguien cantaba. La niebla me mojaba la mano. Estaba harto de aquella vida.
Ahora que Amelio había acabado en el hospital, no tenía con quien echar una parrafada y desahogarme. Se sabía que era inútil ir a verlo porque gritaba día y noche y blasfemaba, y no reconocía a nadie. Fuimos a ver la moto que estaba aún en la cuneta, contra un mojón. Se había roto la horquilla, saltado la rueda, de milagro no se había incendiado. Sangre en el suelo no había, pero sí gasolina. Luego vinieron a buscarla con un carrito. Nunca me han gustado las motos, pero era como una guitarra destrozada.

1 comentario:

fractal dijo...

No me importaría seguir leyendo el texto que adjuntas. Me gusta.
Sé muy poco de Pavesse, apenas he leído algún poema suyo, pero me da la sensación de que su prosa llega con mucha fuerza a pesar de la aparente sencillez.