24 noviembre 2006

Platon

La Republica
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II. VII
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Repara además, Sócrates, en otra cosa que dicen todos, poetas y hombres vulgares, referente a la justicia y la injusticia. El mundo entero repite a coro que la templanza y la justicia son buenas, es cierto, pero difíciles de practicar y penosas, en cambio la licencia e injusticia son agradables, es fácil conseguirlas y, si son tenidas por vergonzosas, es únicamente porque así lo imponen la opinión general y las convenciones.
Dicen también que, generalmente, resulta más ventajoso lo injusto que lo justo y están siempe dispuestos a considerar feliz y honrar sin escrúpuos, en público como en privado, al malo que es rico o goza de cualquier otro género de poder y, al contrario, a despreciar y mirar por encima del hombro, a quienes sean débiles en cualquier aspecto o pobres, aún reconociendo que éstos son mejores que los otros.
En todo ello no hay nada más asombroso que lo que se cuenta de los dioses y la virtud; por ejemplo, los dioses han destinado calamidades y vida miserable a muchos hombres buenos o suerte contraria a los que no lo son.
Por su parte, charlatanes y adivinos van llamando a las puertas de los ricos y les convencen de que han recibido de los dioses el poder para borrar, por medio de sacrificios o conjuros realizados entre regocijos y fiestas, cualquier falta que haya cometido alguno de ellos o de sus antepasados; y, si alguien desea perjudicar a un enemigo, por poco dinero le harán daño sea justo o injusto, valéndose de encantamiento o ligámenes, ya que, según aseguran, tienen a los dioses convencidos para que les ayuden.

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