Ten presente que cambiar de criterio y obedecer a quien te corrige es igualmente acción libre. Pues tu actividad se lleva a término de acuerdo con tu instinto y juicio y, particularmente además, de acuerdo a tu propia inteligencia.
Si depende de tí, ¿por qué lo haces? Pero si depende de otro, ¿a quién censuras? ¿A los átomos o a los dioses? En ambos casos es locura. A nadie debes reprender. Porque, si puedes, corrígele. Y si no puedes, corrige al menos su acción. Y si tampoco esto te es posible, ¿de qué te sirve irritarte?. Porque nada debe hacerse al azar.
Fuera del mundo no cae lo que muere. Si permanece aquí, aquí se transforma y se disuelve en sus elementos propios, elementos que son del mundo y tuyos.
Y estos elementos se transforman y no murmuran.
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