24 diciembre 2006

Carson McCullers

Reflejos en un ojo dorado
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Capítulo I (fragmento)
*
Un puesto militar en tiempo de paz es un lugar monótono. Pueden ocurrir algunas cosas, pero se repiten una y otra vez. El mismo plano de un campamento contribuye a dar una impresión de monotonía. Cuarteles enormes de cemento, filas de casitas cuidadas e idénticas de los oficiales, el gimnasio, la capilla, el campo de golf, las piscinas; todo está proyectado ciñéndose a un patrón más bien rígido. Pero quizás sean las causas principales del tedio de un puesto militar el aislamiento y un exceso de ocio y seguridad, ya que si un hombre entra en el ejército sólo se espera de él que siga los talones que le preceden.
Y a veces pasan también en una guarnición ciertas cosas que no deben volver a ocurrir. Hay en el sur un fuerte donde, hace pocos años, se cometió un asesinato. Los participantes en esta tragedia fueron: dos oficiales, un soldado, dos mujeres, un filipino y un caballo.
El soldado de este lance se llamaba Ellgee Williams. Se le veía a menudo al caer la tarde, sentado, solo, en uno de los bancos que bordeaban el paseo de los cuarteles. Era un lugar agradable, con dos largas hileras de arces jóvenes que cubrían el césped y el paseo de sombras frescas, delicadas, movidas por el viento.
En primavera, las hojas de los árboles eran de un verde luminoso que, al llegar los meses de calor, tomaban un matiz oscuro, sosegado. Al final del otoño eran de un oro encendido. Allí solía sentarse el soldado Wiliams, esperando la llamada al rancho de la tarde. Era un soldado joven y silencioso, y en el cuartel no tenía amigos ni enemigos. A su cara redonda y curtida por el sol asomaba cierto aire de vigilante inocencia. Sus labios eran llenos y rojos, y los mechones de su pelo caían castaños y lacios sobre su frente. En sus ojos, que tenían una singular mezcla de tonos castaños y ambarinos, había una expresión muda que suele encontrarse en los ojos de los animales.

7 comentarios:

fractal dijo...

He leído como tres o cuatro veces este libro. De Carson McCullers tengo además "El corazón es un cazador solitario", "La balada del café triste" y también, "Iluminación y fulgor nocturno", donde ella explica el proceso creativo de sus obras.
Muy buena.
En "Refeljos en un ojo dorado" la prosa es impecable; los personajes bien definidos psicológicamnete: el militar reprimido, el militar mujeriego, su esposa que se mutila, la amante sensual que necesita más guerra y la encuentra, el soldado... La vida en un cuartel militar, la jerarquía, los valores en una sociedad tradicional y endogámica.
Una vez leí una crítica que la dejaba muy mal, y no netendí los motivos. A mí, me gusta retomarla y releerla de vez en cuando, aunque sólo sea unos fragmentos.

Trenzas dijo...

¡Ah, que bien..! Yo no he leido ni la primera ni la última que señalas, pero las otras dos sí, y "La balada..." también me parece un prodigio de personajes y situaciones.
Y lo que me gusta de ella, es que desde el primer momento te mete dentro de la narración, como si te aspirara :)
Comprendes que nada de lo que hagan los personajes va a cambiar su triste destino; que se precipitan al abismo, que lo saben, consciente o inconscientemente, y que no les importa.
Como en algunos libros de Faulkner o Tennessee Williams, tengo la impresión de que aflora el "desengaño americano", que no el "sueño"
Y como en Steinbeck con "Las uvas de la ira"
¿Qué tal éste 25 del 12..?
:)

fractal dijo...

Estoy de acuerdo. Todo sucede como si no existiera otra opción; con un fatalismo y desencanto que no deja reaccionar a los personajes. Creo que incluso, McCullers vivió su propia vida así. Supongo que esta actitud pasiva o falta de reacción puede poner nerviosos a lectores ávidos de aventuras y acciones trepidantes.
El otro día recibí un informe de lectura comentando un texto mío. Anotaba como defecto la lentitud de la narración, hasta el extremo -decía- de detener el tiempo, circunstancia que desalienta al lector....!!! Em finnnnn...

En "Iluminación y..." hay anécdotas muy curiosas. Por ejemplo, el título de "El corazón es...." lo eligió el editor cuando ya se disponía a publicar la novela. Para McCullers era "El mudo", como su protagonista. En una de las anécdotas cuenta como, con la novela bastante avanzada, no conseguía definir bien a su personaje. Lo veía, lo percibía, podía describirlo pero no podía escuchar su voz. Había algo que le tapaba, como una nebulosa que no sabía identificar. Después de andar y desandar miles de veces sobre sus propios pasos en la alfombra de su habitación, de repente, un día se dió cuenta de que no podía escuchar esa voz porque su personaje era mudo!!!!
A mí, estas anécdotas me interesan, así como cualquier detalle de los procesos creativos.

El 25.12 bien. Familia política. Tranquilito. Prueba superada.
Hoy más.

Trenzas dijo...

Bien. El mío también tranquilito. Hermanos, madre, sobrinos y Trivial de Disney :)
Interesante lo que cuentas de McCullers. Lo que si parece es que esto de escribir es un tormento. Todos los escritores que hablan de ese proceso de creación, están más o menos, de acuerdo. Cómo García Márquez, que dice que cuando acabó de escribir "El coronel no tiene quien le escriba" su mujer le vió subir la escalera llorando y le preguntó ¿ya se murió el coronel? Y así era.
Creo que ahora hemos perdido un tanto el gusto por el recrearnos en la prosa; en cómo discurre una situación, que no ha de ser necesariamente apresurada. Cada argumento tiene su propio ritmo y contrariarlo es hacer un mal trabajo. El que escribe tiene la responsabilidad de no traicionarlo.
Con frecuencia leo cosas a las que le sobran la mitad de páginas y otras a las que les faltan unas cuantas para estar acabadas. Hay un fallo de ritmo.
Me pasó con "La Catedral del Mar" La verdad es que lo que me gustó de la novela, fue la parte histórica, las cosas que cuenta de la época. El resto es un cuento en que no falta ninguno de los 31 pasos de Propp. Y son demasiados para la novela, según mi parecer.
Pero el ritmo está quebrado. Muchas cosas no quedan explicadas o no hay suficientes datos y en cambio, otras se explican en exceso.
No sé, pero no me imagino "La LLuvia Amarilla" por ejemplo, a ritmo de samba :)
Eso; en finnnnnn....
Ahora voy a descansar un ratito, que es verdad; que soy muy curranta y estoy hecha migas.
Abrazos y cariños

fractal dijo...

Acabas de elaborar la teoría del buen escritor!!! Sí, pq has señalado los puntos clave, y lo sabes, ¿verdad? Poca cosa más se le puede añadir, por lo menos que sea esencial. Con frecuencia me pregunto ¿por qué hay tanta gente que escribe si en realidad es una tarea ardua, un tormento la mayoría de las veces -basta con echarle una miradita a la historia de la literatura-? ¿se acelera todo, incluso los argumentos y los ritmos de lectura?
Yo he convivido cinco años con un texto; y no he llorado la muerte de nadie pero si he derramado lágrimas en algunas páginas.
Es probable que en un texto largo se expliquen demasiado ciertos capítulos y demasiado poco algunos otros, sobretodo si hay cambios y correcciones de por medio. En la mente del que escribe queda el recuerdo de algo que ya se explicó... aunque no sea así. La memoria traiciona muchas veces. Y la poca experiencia también!!!

No he leído la "Catedral del mar", no puedo opinar. En cuanto a "La lluvia amarilla", ¿qué decir? lo mejor es su prosa lírica y lenta: es ua joya.

Trenzas dijo...

Bueno, pues me alegro, si crees que he acertado :)
Cada cual tiene sus manías y una de las mías es el ritmo interior de la lectura. Hay, como en la música, unos tiempos precisos para cada momento de la trama o situación concreta. Si en un texto te saltas cuatro o cinco hojas y sigues entendiendo el argumento sin encontrar a faltar nada importante, es que esas páginas sobran.
Pero, como dices, pelearse cinco años con un texto, debe ser agotador, y por muy claras que uno tenga las ideas, tendrá que dudar necesariamente. Y la duda lleva a rectificar cosas que a lo mejor no lo necesitaban.
No sé, porque yo no tengo ninguna novela en un cajón y si escribo algo, no tomo ni una nota. Le doy vueltas a las ideas mientras cocino, o voy al trabajo o trasteo por la casa. Claro está que eso no puede compararse con un proyecto mucho más serio.
La poca experiencia es una enfermedad que solo la cura la práctica, así que ya sabes...
Niña, avísame cuando me contestes tan abajo, que no me entero y te contesto a "toro pasao"
Abrazos y cariños y ánimos...!

fractal dijo...

Para mi gusto, la peor lectura es aquella que no reclama toda la atención.

Es malo pelearse con un texto. En cinco años me he peleado mucho, seguro que demasiado; y ahora afronto una nueva oportunidad con la experiencia anterior y, si puedo, intentaré no pelearme tanto. El nuevo relato me permite una escritura más agradable, amena, distendida. Menos mal!
Las dudas son la gasolina de un relato, de ahí salen muchísimas ideas; pero como bien dices tú, al final inducen a rectificar incluso cuando no es preciso.

Que tengas buen día!