14 diciembre 2006

Frank McCourt

Lo es
*
Prólogo
*

Es tu sueño que se cumple.
Eso es lo que solía decir mi madre cuando éramos niños en Irlanda, y se hacía realidad algún sueño que habíamos tenido. El que yo tenía una y otra vez era que entraba en un barco en la bahía de Nueva York, impresionado por los rascacielos que tenía delante. Yo se lo contaba a mis hermanos y ellos me tenían envidia por haber pasado una noche en América, hasta que ellos empezaron a asegurar que habían tenido también el mismo sueño. Sabían que era una manera segura de atraer la atención, aunque yo discutía con ellos, les decía que yo era el mayor, que aquel sueño era mío y que más les valía dejarlo en paz si no querían acabar mal.
Ellos me decían que yo no tenía derecho a quedarme aquel sueño para mí solo, que cualquiera podía soñar con América en lo más oscuro de la noche y que yo no podía impedirlo de ningún modo. Yo les decía que sí podía impedírselo. No les dejaría dormir en toda la noche, ellos no soñarían nada en absoluto. Michael solo tenía seis años y ya se reía al imaginarme a mí saltando de uno a otro para intentar impedir sus sueños con los rascacielos de Nueva York.
Malachy decía que yo no podía hacer nada para evitar sus sueños, pues él había nacido en Brooklyn y podía soñar con América toda la noche y hasta bien entrado el día si quería. Yo recurrí a mi madre. Le dije que no era justo el modo en que toda la familia invadía mis sueños y ella me dijo:
-Arrah, por el amor de Dios, tómate el té y márchate a la escuela y deja de fastidiarnos con tus sueños.
Mi hermano Alphie sólo tenía dos años y estaba aprendiendo palabras y se puso a dar golpes con una cuchara en la mesa y a cantar: "Fatidiarnos sueños, fatidiarnos sueños", hasta que todo el mundo se echó a reír y yo supe que podía compartir con él mis sueños en cualquier momento, así que ¿por qué no con Michael, por qué no con Malachy?

7 comentarios:

fractal dijo...

He leído ambos textos, he mirado el link de la foto (sí, tiene cara de irlandés total!) y me he entretenido leyendo otros links en la red, especialmente uno que me ha venido como anillo al dedo y, puedo decirte que me interesa muchísimo conocer a este autor, tanto su vida como su obra. Fíjate, esta mañana me documentaba sobre el gaélico, para un relato...

¿Qué te gusta de McCourt?

Trenzas dijo...

Ya sabes que la relación que uno mantiene con sus autores favoritos, es uan relación amorosa y hay que ser discretos :DD
Me gusta, sobre todo en "Las cenizas.." porque me creo hasta la última palabra que dice en la novela.
Como en el caso de Roux, aunque por otros desencadenantes, me interesó mucho la emigración irlandesa a USA, después de aquel 1916 en que Irlanda se moría de hambre. Los mineros, los campesinos, la resistencia...
Y por una cosa de esas que de pronto te llegan de una manera que parece a años luz de todo. Te cuento: hace unos 18 años, por unas circunstancias, también casi rocambolescas, compré dos cachorritos con 6 días de vida. Eran dos galgos Whippett, a los que adoré hasta que murieron hace unos 5 años.
Buscando información sobre la raza, encontré un artículo que hablaba de cómo en las zonas mineras de la empobrecida Irlanda, se agrupaban unos cuántos hombres y entre todos criaban a uno de estos galgos, al que entrenaban y alimentaban escatimando de sus exiguos sueldos para conseguir un perro ganador en alguna de las carreras que se celebraban con regularidad. Los Whippetts, de menor tamaño que el Greyhound, son velocísimos en carrera y las apuestas podían hacer ganar mucho dinero a sus propietarios.
Y como ya dije en otro comentario, son cerezas. De repente, sabes que va a interesarte todo acerca de algo que has vivido, leído o simplemente, advertido por casualidad.
Y leía a McCourt en esa vida triste, sin horizonte ni esperanza, y aún así, alimentando un galgo, sus sueños, que quizá un día le librarían de la miseria. No podía dejar de gustarme.
Y mañana, igual tecleo a Kertesz o a Joffo, con los que me pasó algo muy parecido.
¡Que bien que estés ahí para contarte estas cosas..!
Abrazos y cariños

fractal dijo...

Y que bien que tú las cuentes!

La anécdota de los galgos y los mineros es un perfecto argumento para novela: simple y contundente, y que permite todas las extensiones imaginables. Maravillosa.

Efectivamente, algunas ideas "aparecen" de repente; son poderosas; sabes que explican mucho de lo que necesitabas comprender; o sin más, sabes que te gustará descubrir todas sus implicaciones. Uno de los placeres de la escritura es indagar en estas luces que actúan como faros.

De Kertesz he leído casi todo. A Joffo no lo conozco de nada.

Vuelvo después
Seguimos... y thanks again!

Trenzas dijo...

Pues pasamos de Kertesz, de momento :)
Cierto que se podría escribir una buena historia. Eso, las que podéis embarcaros en escritos de más de dos folios :)
Seguimos, pues.

fractal dijo...

Uy! ¿y eso qué significa? ¿Una imposibilidad de tiempo o de espacio? Más de dos, son tres, o cuatro, o cuarenta, o cien, o incluso más de cien... los que haga falta.
Yo tengo argumento para una nueva aventura literaria; este te pertenece a ti.

Espero a Kertesz!!! No le escatimes el honor a tu patio. Lucirá muy bonito con un autor húngaro.

Trenzas dijo...

Vale, vale; habra Kertesz y más húngaros y polacos, que también me gustan :)

fractal dijo...

Ya lo tengo: "Lo es".

El árbol, Santa Claus, o el Tió... ¿quien fue que lo dejó caer...?
He leído cuatro capítulos y me gusta, sí.
El título no puede ser más feo, "Lo es", ¿estás de acuerdo?
Ya te contaré mis impresiones cuando haya terminado!